Haciendo su debut jazzístico
Por Manuel Guevara Villanueva
Cada instrumento fue acomodado en torno al banco que habría de servir como aparador para mostrarnos la textura en el nuevo disco de la cantante Ely Guerra. El segundero siguió devorando minutos y por fin la reja verde se abriría una vez más para los radioescuchas de Horizonte; que pasaron semanas hablando a cabina para las entradas a dicha presentación. Lo anterior; no era para menos, ya que nuestra anfitriona dejó en el estuche guitarra eléctrica, teclados, e incluso los constantes cambios de look que la caracterizan.
Ely Guerra estaba en la casa del Jazz y todos sabemos que la única forma de entrar en ella es desde luego, rindiendo culto a la sincopa. El estudio más grande de Latinoamérica se llenó en unos cuantos minutos y todos los asistentes comentaban las peripecias del tráfico. Al momento en que se apagaron las luces y entre penumbras llegó al escenario la alineación que nos haría parar toda actividad; pero… a pesar de ser presentados entre aplausos y ya con los reflectores sobre el angelical rostro de la rockera; la cita del 12 de diciembre a las 13:00 hrs fue para escuchar el Invisible man, un álbum, que en las palabras de la propia cantante, es “un regalo para los fans”.
Hernan Hecht dio la señal haciendo sonar sus baquetas, la voz de Ely fue haciendo sus primeros fraseos y poco a poco hizo acto de presencia ante la sorpresa de propios y extraños. Ante los oídos de los ahí presentes, se cumplía con las expectativas hechas sobre esta nueva producción, la genialidad estaba siendo alcanzada en las versiones asincopadas de sus notas a bordo de la marea impredecible del Jazz.
Aquella tarde fue contrastante con el resto de su carrera; quienes hemos tenido el placer de verla armada con guitarra eléctrica en mano y bajo su peinado afro, presenciamos una Ely que no daba guerra en el escenario, pues aquella sensación es aún para su servidor inenarrable. Si bien ya se cuenta con un estándar de las interpretes de Jazz; la cantante, que felicitó a las Guadalupes por su día, no abandonó su canto de sirena que agitó de una manera lenta y salvaje las cabezas de quienes estaban al frente.
Las canciones, convertidas ahora en piezas, fueron provocando aplausos también solemnes y cada que tenía oportunidad de platicar con su publico, era aprovechada para manifestar los nervios que no desparecían. El balanceo del experimentado Aarón Cruz que vigilaba todo desde su ya inconfundible contrabajo, era un tranquilizante que al mismo tiempo agitaba el pulso de sus compañeros en el escenario y por momento, Ely Guerra cedía los reflectores a sus experimentados músicos con los que lleva más de 15 años tocando para cumplir con otra de las características del género que suena en la última estación del cuadrante: la improvisación, por supuesto. Luego de lo anterior no se hizo esperar el momento para disfrutar a cada integrante en su respectivo “solo” y el primero en hacerlo fue el ceño fruncido de Hernan Hech con su batería en donde la tarola fue acariciada magistralmente con las escobillas, baquetas y baquetones que no dejaron un solo parche ni platillo de aquella imponente batería sin agitar las ondas sonoras de aquel concierto. Aarón Cruz hizo lo propio entre las cuatro cuerdas que lo han dado a conocer al lo largo y ancho de innumerables escenarios; en un balanceo que logró de inmediato el constante choque entre las palmas de todo ser vivo adentro del Estudio A del IMER. “Nico”, como se le conoce a Nicolas Santella no podía irse sin regalarnos parte de su genialidad a bordo del banquillo y la dentadura del gigante blanco, que el músico explotó al máximo.
El concierto llegó a su fin con un éxito más allá del esperado y no se hicieron esperar las filas de fans para tomarse una fotografía con los integrantes de la alineación, además de la firma del álbum que ya estaba con el cuadernillo listo para ser marcado por la mano de quienes nos llevaron al disfrute total del buen gusto por la música.
Horizonte 107.9 de FM Agradece a sus radioescuchas por seguir desde cerca nuestra programación y complementar la intensidad de las sesiones en casa. Ha sido un honor cerrar las puertas del Estudio A en lo que a 2011 respecta, claro; con la presencia y sensibilidad de Ely Guerra, Aarón Cruz, Hernan Hech y Nicolas Santella con el invisible man; que en efecto, no vimos, pero se hizo presente con el remar de tres maravillosos músicos y a bordo de la voz de una sirena.