Por Manuel Guevara Villanueva
El hombre que sin pretenderlo hizo historia nació en una base militar de Nogales, Arizona en 1922 y pasó sus primeros años en el distrito Watts, de Los Ángeles, lugar al que fue llevado para vivir con su madrastra tras la muerte de su madre, a tan sólo seis meses de haberlo traído al mundo.
Mingus dejó claro quién manda en el escenario; sin embargo, conseguirlo no fue cosa fácil. Desde pequeño se enfrentó al racismo por su color de piel y gracias a la devoción de su madrastra, recibió sus primeras lecciones musicales de oído con el ritmo de los coros gospel de la iglesia a la que acudía. A pesar de las amenazas por ser castigado, su curiosidad por ver lo que había más allá de aquellas notas creció al descubrir en una vieja radio, a los seis años de edad, al maestro de muchas generaciones: Duke Ellington.
Convencido de que su camino estaba trazado entre las líneas del pentagrama, se acercó a sus primeras lecciones con un trombón entre las manos pero debido a la incompetencia de su maestro, decidió cambiar el metal por las cuerdas del chelo; pero… el monstruo del Jazz que aún estaba despertando ya tenía ideas políticas y anti raciales muy albergadas que lo llevaron a cambiar nuevamente de instrumento. Un amigo suyo le dijo: “estás tocando un instrumento de blancos”.
A partir de este cambio se dedicó de por vida al contrabajo y sus primeros profesores fueron Red Callender y un ex-contrabajista de la New York Philharmonic llamado Herman Rheinschagen. También estudió composición con Lloyd Reese. Era 1940 y Mingus tenía ya en negras, corcheas y blancas sus primeras composiciones a los quince años; entre las que destaca “Half-Mast Inhibition”, que se grabó hasta 1960.
Sus primeros trabajos como músico fueron realmente profesionales ya que las primeras líneas de su historia fueron escritas incluyendo nombres como Louis Armstrong, Kid Ory y Lionel Hampton; dirigiendo bandas con distintas ambiciones musicales entre ellos el Rythm and Blues bajo el nombre de Baron Von Mingus. Luego de hacerse escuchar imponentemente a nivel nacional junto al contrabajista de Red Norvo y su trío con el guitarrista Tal Farlow en 1950-51; se mudó a New York.
Ya en zona sincopada, el rigor de sus cuerdas le dio fuerza y estilo. Su instrumento era porta voz de la vanguardia, pero Charles no era sólo un contrabajista; su temperamento también lo había convertido en un hombre al cual temerle, según las anécdotas de quienes los conocieron. Ya consagrado en Nueva Yok fue invitado por el magnífico pianista Duke Ellingon para tocar en su orquesta, pero nadie sospechaba lo que podría pasar. Cierto músico de la sección de los metales, acostumbraba gastar bromas a quienes estaban junto a él y en pleno concierto sacó de sus casillas a Mingus, que rompió una vitrina de emergencia donde estaba guardada una hacha y comenzó a perseguirlo por todo el escenario convirtiendo la presentación en un verdadero desastre. Luego de ello, Charles también sería recordado como el único músico despedido personalmente por Duke.
Hablar del contrabajo es un tema que nos remite de inmediato a Charles Mingus, y hablar de éste gran músico implica también echarle un vistazo a su polémica vida. En una entrevista concedida para la revista Jazz Magazine, habló al respecto y dijo “No les caigo demasiado bien a los empresarios. La reputación que me han creado no me ayuda a obtener contratos. Han dicho que me paso el tiempo buscando problemas, que me gusta pelearme y yo que sé más” .
Dueño de un semblante que tensaba incluso a sus colaboradores, el genio del contrabajo vivía en total conexión con su instrumento. Era un hombre de pocas palabras con los periodistas y en cuanto se sentía agredido o incomodo con las preguntas, no lo pensaba dos veces para manifestarlo; sin embargo, todo lo que quería decir lo hacía por medio de su instrumento: “Para mí, la música es un lenguaje en su sentido literal. Hace algunos años tenía bastantes dificultades para utilizar el lenguaje hablado. Mi boca traducía mal mis pensamientos. Ahora he mejorado mucho en este aspecto pero mi contrabajo sigue siendo mi modo de expresión favorito. Puedo hablar con la música”.
Mingus se dio a la tarea en 1952 de crear su propio sello discográfico: Debut. En sociedad con su mujer Celia y Max Roach, con el objetivo de grabar una amplia variedad de Jazz, desde bebop a música experimental. El sello quebró en 1957. Dentro de las ediciones más notables de Debut está el famoso concierto de 1953 Massey Hall Concert en Toronto con Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Bud Powell, Max Roach y Mingus, un acontecimiento tan majestuoso como irrepetible. Tiempo después, en el año de 1955 formó su propia banda llamada Jazz Workshop con la cual comenzó a componer alejándose de las estrictas partituras a un enfoque más suelto y una manera de componer como en dictado, y un año después, los amantes de la música consentieron sus oídos con la sensibilidad inmersa en una de sus innumerables obras maestras: Pithecanthropus Erectus (Atlantic).
Los 60’s llegaron acompañados de ritmos que no eran precisamente afines al Jazz; cosa que no le agradó al maestro pues “No presto la más mínima atención al pop y al rock. Ni siquiera pienso en ellos. Me dejan totalmente frío”. Prueba de su declaración fueron las grabaciones que dejó desde entonces para el legado de la música sincopada con álbumes claves como “The Clown”, “New Tijuana Moods”, “Mingus Ah Um”, “Blues and Roots “ y “Oh Yeah”; y standards como “Goodbye Pork Pie Hat,” “Better Git It In Your Soul,” “Haitian Fight Song” y “Wednesday Night Prayer Meeting”; como extensas obras como “Meditations On Integration” y “Epitaph”.
Todo indicaba que Mingus estaba en su apogeo musical; pero un nuevo descalabro alteró tantos éxitos cosechados en esos años. El maestro fundó sin respuesta satisfactoria un festival de Jazz anual que competiría con el de Newport.
Su carácter fue un referente para entender su música y la manera de relacionarse con otros músicos. Charles no estaba de acuerdo con quienes consumían drogas para componer y le era hostil que todos los músicos de su generación fueran catalogados como drogadictos. Su esfuerzo por darle a los músicos de color el reconocimiento y remuneraciones merecidos por su talento siempre fue tema en sus conversaciones con la prensa, nunca se cansó de hacer notar cuando no estaba de acuerdo y se fue llenando de enemigos; sin embargo, sigue siendo respetado por que la vanguardia de la vanguardia fue dada a conocer en sus composiciones y su visión de la música.
A fines de 1977, se le diagnosticó que sufría de esclerosis amiotrófica lateral y menos de un año después, Mingus no pudo más tocar el contrabajo. Aunque limitado a una silla de ruedas, continuó liderando sesiones de grabación. El 18 de junio de 1978 fue celebrado en un concierto en su honor en la Casa Blanca, visiblemente emocionado lloró con las palabras de elogio del presidente Jimmy Carter. Su último proyecto fue una colaboración con la cantante de folk-rock Joni Mitchell, quien agregó letras a composiciones de Mingus.
El hombre que hizo temblar al imponente contrabajo abandonó Nueva York para venir a vivir a México; murió en Cuernavaca en el año de 1979. Sus cenizas se esparcieron en el Río Ganges. Durante ese mismo año, Joni Mitchell editó Mingus, un álbum homenaje en el que intervinieron figuras de la talla de Wayne Shorter, Jaco Pastorius y Herbie Hancock.
Gracias al esfuerzo de su viuda Sue Mingus, la familia y el respeto hacia el grande del contrabajo siguieron creciendo y luego de su fallecimiento se formó un grupo de repertorio póstumo: Mingus Dynasty. El concepto se expandió en 1991 con la excitante Mingus Big Band, que ha resucitado muchas de las partituras más desafiantes de Mingus. Epitaph fue finalmente reconstruida, presentada y grabada en 1989 con una gran acogida general y los sellos Rhino/Atlantic, Mosaic y Fantasy han editado varios cajas de CDs con segmentos de la producción Mingus.
Paradójicamente, el contrabajista no se asumía como jazzista, prueba de esto, es la repuesta que le dio a un periodista: “Tengo el derecho a llamar a mi música como me dé la gana. Cualquier blanco tiene derecho a hacerlo, ¿porqué yo no? Le repito que no toco jazz. Llámelo “mierda” si le hace ilusión. La “rotary perception” es un tipo de ritmo circular que inventamos mi batería y yo. No le puedo dar una definición”