Por Obed Rojas. En los inicios del jazz, la guitarra era un instrumento considerado básicamente rítmico y de acompañamiento armónico. Sin embargo, para los músicos modernos esta concepción perdió vigencia a través de la llegada del legendario Charlie Christian, quien revolucionó la ejecución de este instrumento durante los dos años que estuvo activo en los escenarios, descubriendo aspectos técnicos, armónicos y melódicos.
Tras la muerte de Christian, la guitarra jazzistica transitó por dieciséis años de profunda ausencia que fue sanada por la virtuosa e innovadora técnica de Wes Montgomery. Su suave forma de pulsar las cuerdas y sus solos basados en notas octavas, han servido como fuente de inspiración a las nuevas generaciones de guitarristas, quienes se han encargado de mantener viva su imagen y espíritu.
Aunque su carrera solo gozó de escasos 25 años de gloria, el nombre de Wes Montgomery pudo ser inmortalizado en el terreno de los músicos más talentosos de la década de los sesenta, obteniendo una diversidad de éxitos que van desde un premio Grammy, hasta media decena de producciones discográficas colocadas dentro de las más vendidas de la época.
John Leslie “Wes” Montgomery nació en la ciudad de Indianápolis el 6 de marzo de 1925, en el seno de una modesta familia de músicos que incluyó a sus hermanos Monk y Buddy: contrabajista y pianista respectivamente. Pero el acercamiento de Wes a la música se estableció hasta la edad de diecinueve años y como un simple pasatiempo. Después de oír el impresionante solo que el legendario Charlie Christian grabó con Benny Goodman en el tema “Solo Flight”, Wes quedó tan asombrado que de inmediato consiguió su propio instrumento con el que de forma autodidacta desarrolló una sorprendente técnica que vendría a revolucionar el concepto y uso de la guitarra en el campo jazzístico.
Al respecto Montgomery declaraba en alguna ocasión: “Christian en verdad me envolvió, cuando lo escuché por primera vez yo todavía no tocaba. Su sonido y técnica me motivaron a conseguir mi instrumento y adentrarme en sus sonoridades, y así lo hice, comencé a practicar con un slide pero el sonido no me convenció, es por eso que adquirí un amplificador para explorar sus posibilidades. El resultado fue un sonido muy fuerte, tanto, que de inmediato mis vecinos comenzaron a quejarse, por lo que tuve que encerrarme en mi cuarto y tocar mi guitarra punteando las cuerdas con el dedo pulgar de la mano derecha, eso me permitió obtener un sonido más sigiloso. A esa técnica le añadí el truco de tocar líneas melódicas en dos diferentes registros al mismo tiempo, y eso le agregó a mi práctica sonoridades más silentes”
En mayo de 1948, Wes recibió la invitación para recorrer los caminos de la Unión Americana en una gira como parte de la big band de Lionel Hampton, fue así como nació una relación musical que se extendió por cerca de dos años, tiempo en el cual Wes tuvo la oportunidad de conocer a destacados músicos de la talla de Charles Mingus, Fats Navarro, Brito Woodman y Milt Buckner, a quienes impactó con su nuevo estilo en la ejecución de la guitarra, mismo que lo llevaría a colaborar con la gran Billie Holiday y realizar sus primeras grabaciones con Hampton y con su vocalista Sonny Parker.
A pesar de su corta edad, el guitarrista enfrentó la gran responsabilidad de mantener a su esposa y seis hijos. En sus propias palabras lo que en verdad quería hacer: trabajar como músico; estaba muy alejado de lo que en realidad tenía que realizar, buscar un empleo con una mejor paga para sustentar los gastos de su hogar: regresar a la ciudad de Indianápolis para trabajar como soldador en una fábrica de transistores de radio.
Pero para fortuna para el jazz, el guitarrista no quitaría el dedo del renglón. La música era su pasión y alejarse de ella le resultaba casi imposible.
De siete de la mañana a tres de la tarde Wes cumplía su labor en la fábrica, de nueve de la noche a las dos de la madrugada hacia su aparición en el escenario de un club llamado “Truf Bar”, cuando el lugar cerraba tomaba su guitarra y amplificador para dirigirse al “Misile Room”, donde tocaba hasta las cinco de la mañana, para que dos horas más tarde se encontrara a la entrada de la fábrica dispuesto a enfrentar un nuevo día con el mismo itinerario.
Mientras Wes realizaba esta agitada rutina por cerca de seis años en Indianápolis, sus hermanos, Monk y Buddy se encontraban en San Francisco realizando algunas presentaciones y dos grabaciones en el sello “Pacific Jazz”, como parte del grupo “The Mastersounds”, en compañía del baterista Benny Barth y el pianista Richie Crabtree.
En 1957 Dick Bocks, presidente de la compañía disquera del cuarteto, aceptó realizar un disco con la participación de los tres Montgomery y otros cinco músicos más de Indianápolis; el resultado llevó por titulo “The Montgomery Brothers Plus Five others”, el primero de cinco discos que Wes grabó como miembro de los Mastersounds y que sirvió de punta de lanza para su reconocimiento en la escena jazzistica de esa ciudad.
En compañía de diversos bateristas, Wes y sus hermanos realizaron una serie de presentaciones por toda la costa oeste de los Estados Unidos bajo el nombre de: “The Montgomery Brothers”, que dieron el espaldarazo definitivo para que Wes obtuviera un reconocimiento a nivel nacional, como ejemplo tenemos su nombramiento como guitarrista del año por parte de la prestigiosa revista “Down Beat”.
En esas mismas fechas fue invitado por el saxofonista John Coltrane para unirse a su cuarteto y compartir el escenario en el Festival de Jazz de Monterrey. Tiempo más tarde, inundado por la nostalgia de su familia, regresó a Indianápolis para refugiarse en su antigua base de operaciones, el “Missile Room”, donde formó un trío en compañía del organista Melvin Rhyne y el baterista Paul Parker.
Fue durante una de sus presentaciones en ese lugar que Wes fue descubierto por el saxofonista Cannonball Adderley, quien tras realizar un concierto en esa ciudad recibió la sugerencia de ir a escuchar a uno de los nuevos talentos locales.
Al respecto el guitarrista afirmaba en una entrevista: “Adderley me facilitó las cosas, él me vio en Indianápolis y de forma inmediata llamó a Orrin Keepnews, presidente de la compañía para recomendarle mi trabajo. Una semana más tarde, el mismo Keepnews me contactó para ofrecerme una grabación; yo no lo podía creer, le contesté que por mi estaba bien, pero que él nunca me había escuchado y que lo más correcto era que yo hiciera una audición para que pudieran estar completamente satisfechos antes de preparar el disco. Sin embargo, su respuesta fue que no era necesario, ellos confiaban plenamente en el criterio de Cannonball”.
Dos semanas después de firmar el contrato el guitarrista estaría viajando a la ciudad de la gran manzana para la grabación de “The Wes Montgomery Trio”, un disco en el que es escoltado por la misma agrupación que lo acompañaba en el Missile Room: Melvine Rhyne y Paul Parker.
En 1960, Wes realizó la grabación del que muchos catalogan como el mejor disco de su carrera, ”The Incredible Jazz Guitar”, que muy pronto se colocó entre el gusto del público y de la critica especializada; ganándose muy buenos comentarios que lo llevaron a ser catalogado por la revista “Metronome” , como el mejor guitarrista del año.
Tras el éxito alcanzado por su trabajo solista, Wes se volvió a reunir con sus hermanos para ofrecer una diversidad de presentaciones y grabar otros tres materiales como “The Montgomery Brothers”, hasta 1962, cuando la agrupación tuvo que romper filas debido a los fuertes problemas económicos por los que atravesaban; en consecuencia, una vez más el guitarrista regresó a Indianápolis para pasar una temporada en compañía de su familia.
Durante esa temporada que se prolongó por cerca de ocho meses, el guitarrista cayó en un profundo dilema acerca de que camino seguir, hasta ese momento sus logros musicales no le habían dado los recursos económicos suficientes para dedicarse de lleno a esa actividad.
Para 1964, tras la declaración en banca rota del sello ”Riverside”, Wes firmó un jugoso contrato con la compañía “Verve Music”, donde tuvo la oportunidad de trabajar bajo la producción de Creed Taylor. El trabajo del guitarrista entró en una faceta comercial que fue muy criticada por los puristas. En sus grabaciones podían escucharse numerosas orquestas y ensambles de cuerdas escoltándolo en sus interpretaciones de los temas más populares de la época, lo que le valió para hacerse acreedor a un premio Grammy como mejor interpretación de jazz instrumental por su álbum “Goin´ out of my head”, en el cual Wes fue acompañado por una big band dirigida por Oliver Nelson.
Por fortuna para los amantes del jazz puro, el trabajo de Montgomery no se enfrascó en el terreno comercial del todo, durantes sus presentaciones en vivo Wes gustaba de acompañarse por combos pequeños que le permitieran explotar sus raíces jazzísticas. Uno de sus conciertos más memorables en esa faceta fue el ofrecido en el famoso bar inglés “Ronnie Scott”, en el verano de 1965. La mayoría de los asistentes a ese evento eran jóvenes guitarristas que habían quedado fascinados con su innovadora técnica. La noche fue inmortalizada con una grabación que tiempo más tarde fue sacada a la venta.
En los dos siguientes años el guitarrista realizó los que serían sus últimos materiales discográficos. El primero de ellos fue un álbum en vivo grabado en el club neoyorquino “Half Note”, y que precisamente lleva por titulo “Smoking at the HAlf Note”. Las siguientes producciones fueron dos trabajos realizados para la compañía A&M bajo la producción de Creed Taylor: “Down here on the ground”. y “Road Song”,
Sin restarle meritos al grupo de guitarristas del jazz que emergieron tiempo antes de que las habilidades de Wes fueran conocidas, actualmente se le puede considerar como el personaje que mejor recoge la herencia del legendario Charlie Christian. Algunos críticos afirman que lo mejor que le ha pasado a la guitarra de jazz desde la muerte de Christian, lleva por nombre Wes Montgomery.
con cuarenta y cinco años de edad, el guitarrista falleció un 15 de junio de 1968 a causa de un ataque al corazón cuando se encontraba descansando en su casa en compañía de su esposa y sus siete hijos.
A más de treinta años de su partida, hoy en día el espíritu de Wes se hace presente a través de sus materiales discográficos, así como en las nuevas generaciones de guitarristas que han crecido bajo la influencia de su virtuosa e innovadora técnica, quienes permiten que este gran personaje de la música viva por siempre.