Enrique Nery en el Teatro de la Ciudad
Manuel Guevara Villanueva
Martes 16 de agosto del 2011. Pudiera pensarse que este día el Teatro de la ciudad sólo se vistió de gala; al contrario, estuvo a punto de desmoronarse a causa de los aplausos y gritos que lo cimbraron a partir de la tercera llamada y en cuanto se apagaron las luces del recinto. Familiares, amigos y fieles admiradores del “patriarca de los jazzistas mexicanos”, (como diría en su participación vocal Elizabeth Meza); el maestro Enrique Nery, nos dimos cita el día mencionado a las ocho de la noche para disfrutar la presentación del nuevo álbum del talentoso pianista nacido en Zacatecas titulado: TODA UNA VIDA.
Los dedos del maestro acariciaron las teclas del piano al ritmo de una pieza que da nombre al álbum: Toda una vida, donde se hace un recorrido por sus cincuenta años de trayectoria por la sincopa y el paso por diversos géneros cómo el huapango, choro brasileño, soul, bolero y por supuesto el jazz. Luego de la primera ovación, el evento fue presentado formalmente por Erik Montenegro (gerente de la estación Horizonte 107.9 de FM). Acompañado por jóvenes del Sindicato Único de Trabajadores de la Música (dónde por cierto ha dado clases) que fueron paulatinamente arribando al escenario; Enrique Nery disfrutó junto a los asistentes todo lo acontecido esa noche; paseándose del piano al atril desde el que dirigía intermitentemente a los músicos, presentando a sus “brothers entrañables” como él mismo dice, arribaron al escenario para rendir homenaje: Cristóbal López en la guitarra, Aarón Cruz en el contrabajo y bajo, y la batería a cargo de Giovanni Figueroa (juanón). Luego de esto el maestro recibió entre aplausos un reconocimiento por su nuevo álbum.
Se reanudó la música y a media pieza hizo acto de presencia en el sax soprano Alejandro Campos. Cabe mencionar, que a sus 86 años de edad y siendo un jazzista nato; el maestro no está cerrado a las nuevas propuestas musicales, prueba de ello fue la participación del joven guitarrista Alex Ataola que lo acompañó en el huapango de Guadalupe que “nada tiene que ver con la virgen”, aclaró el maestro e hizo referencia al lugar de Zacatecas en que nació su padre.
El aguacero de aplausos salpicaba el ambiente al terminar cada melodía y de repente, fue descubierto un caballete que parecía evidenciar la develación de una placa y para sorpresa de propios y extraños (incluso el mismo Enrique Nery), arribó al entablado la pintora mexicana Angélica Gómez, quien dejó al maestro la tarea de retirar el paño azul que cubría aquél misterio para inmediatamente ser sorprendido por un retrato que le fue hecho con gran cariño y profesionalismo.
Seguía el reloj haciendo su trabajo al ritmo de los metales y ya con la Big Band completa; terminó de ensamblarse aquel rompecabezas de virtuosos con la voz de las gemelas Ingrid y Jenifer Beaujean que deleitaron al respetable con el bolero “sabor a mí”, les siguió con un soul inmejorable la grande (en talento y estatura) Elizabeth Meza que dio voz a dos piezas (en español e inglés) y para terminar; aparentemente, la parte vocal del concierto, fue presentada la maestra Iraida Noriega que hizo más fuerte el escalofrío en la piel de todos los presentes con las notas alcanzadas por su prodigiosa entonación. El maestro estaba por dar las gracias, cuando se dio entonces la sorpresa final o el broche de oro, como se dice en muchos casos, con la aterciopelada voz de la culpable de tanto derroche de talento en el escenario y quien lleva las riendas de esta maravillosa producción; Susana Hrap, que entonó junto al piano de Enrique Nery la última pieza de la noche.
Un agasajo. La presentación de un buen álbum. Un homenaje. Un vaivén de sorpresas y emociones. El concierto fue, una página en la historia del jazz mexicano que será escrita con letra de oro.