El consumo de experiencias únicas -como un concierto o un viaje de vacaciones- produce mayor felicidad que la compra de objetos físicos, por más perdurables que estos sean, esto lo dice la ciencia.
Thomas Gilovich, profesor de Psicología de la Universidad Cornell, en Nueva York, explica este fenómeno con una premisa bastante simple: uno de los principales enemigos de la felicidad es la costumbre o adaptación.
“Compramos objetos que nos hacen felices y lo logramos, pero esto solo dura un tiempo. Las cosas nuevas son emocionantes en un primer momento, pero luego nos adaptamos a ellas”.
Gilovich, quien lleva más de dos décadas estudiando la relación entre la felicidad y el dinero, asegura que seremos más felices gastando en experiencias particulares, como conciertos o viajes, pues estas son intensas e incluso mejoran con el recuerdo. En cambio, la satisfacción por los objetos siempre disminuye.
“Por más que nos gusten mucho los objetos que nos rodean, estos siempre estarán separados de nosotros, en cambio, las experiencias sí forman parte de nuestro ser. Los seres humanos estamos hechos de experiencias”.
La ilusión que te produce comprarte algo nuevo suele ser fruto del marketing, y una vez se lo has enseñado al mundo y llevas usándolo unos días, se convierte en un objeto más. El ciclo de satisfacción es mucho más corto y superficial que cuando inviertes en una experiencia.
Claro que hay objetos útiles, pero si lo pensamos, muchos de nuestros caprichos son herramientas prácticas convertidas en objetos de culto o de estatus; el celular, la computadora, el carro, el café, la ropa.
Si nos ponemos a recordar los momentos en los que más plenitud hemos sentido, dudo que sean acariciando la piel de la chamarra o lamiendo tu nuevo celular; en cambio lo que si podemos recordar es aquel viaje que hiciste con tu familia o aquella película que viste en el cine con tu pareja.
Por todo esto, la ciencia dice que gastar dinero en experiencias produce más felicidad que gastarlo en objetos. ¿Usted que piensa?