Opus 94, 94.5 FM

PLUMAS OPUS 94

Nota

El E n ar gei a de Emily D´Angelo en L´Auditori de Barcelona

Isabel Rodríguez-min (1)
por:Isabel Rodríguez

Un piano de cola en el escenario, alumbrado tenuemente.

De uno de los costados se aparece una chica muy bella en vestido largo y botas Dr. Martens negras, junto a la pianista Sophia Muñoz. El público la recibe con gusto, y ella, estoica, se para frente al piano mientras mira fijamente a la nada, -o al todo-, a punto de compartir las melodías que ha escogido para este programa desde su muy peculiar forma de ser e interpretar. Su nombre: Emily D’Angelo, mezzosoprano canadiense.

 

El ambiente se percibe sobrio, quieto e idóneo para que ella comience a entonar “O Frondens Virga” (“Oh Rama Frondosa”), de Hildegard von Bingen, del S.XII, en un arreglo de la compositora estadounidense Mizzy Mazzolli (1980). La melodía se desarrolla tanto en su voz como en el piano y pareciera que esta adaptación contemporánea no transgrede la versión original, al contrario, brinda una nueva perspectiva de los melismas medievales de la monja benedictina.

 

El público aplaude, ella agradece, el silencio regresa y ahora cambia el idioma latín por el alemán. De los “Vier Lieder” (“Cuatro Lieder”) de Arnold Schönberg (1874-1951), compuestos en 1899, Emily nos brinda su propia versión de las primeras dos canciones del Opus: “Erwartung” (“Expectativa”) y “Schenk Mir Deinen Goldenen Kamm” (“Dame tu Peine de Oro). La fina y espesa voz de Emily se adapta perfectamente a la lírica atonal del autor; el texto finaliza y el piano concluye la melodía.

Ambas intérpretes reciben calurosamente los aplausos del público y salen un instante del escenario.

 

Al regresar, sonríen entre ellas en complicidad y vuelven a envolverse dentro de sus personajes. El programa ahora está dedicado a canciones en inglés. La música de Mizzy Mazzolli regresa: “Hello Lord” (“Hola, Señor”) y “You are the Dust” (“Tú eres el polvo”). Emily permite que una efusiva expresividad se apodere de ella y de su voz, la cual proyecta inquebrantable, en tanto que cada uno de nosotros en el papel de receptores podemos apreciar, indudablemente, la manera en que ella está sintiendo la música. Cierra los ojos, se mueve sutilmente, su dicción es impecable y su personalidad, asombrosa.

 

Mientras que el público se mantiene silente y maravillado ante la potencia de su voz, Emily interpreta la “Penelope” de Cecilia Livingston (1984), el “Wandering Boy” (“Chico errante”) de Randy Newman (1943), “Dead Friend”(“Amigo muerto”) y “Nausicaa” de Sarah Kirkland-Snider (1973).

D’Angelo y Muñoz salen del escenario acompañadas de fuertes aplausos.

 

Una vez que regresan, el programa es variado, aunque las canciones en inglés predominan  una gran parte de éste. Emily interpreta a Aaron Copland (1900-90): “Why do they shut me out of Heaven?” (“¿Porqué me dejan fuera del Cielo?”), “The World feels dusty” (“El Mundo se siente polvoso”) y “I’ve heard and Organ talk sometimes” (“A veces he escuchado hablar a un Órgano”), del ciclo de doce poemas de Emily Dickinson musicalizados por el compositor estadounidense.

Emily engalana a Rebecca Clarke (1886-1979) e interpreta “The Cloths of Heaven” (“Mantos del Cielo”), “Down by the Salley Gardens” (“Por los Jardines Salley”) y “Wandrers Nachtlied” (“Canción nocturna de un Vagaundo”). Durante todo este bloque, a pesar de los brincos temáticos y estilísticos entre un compositor y otro, existe un hilo conductor que se lleva a cabo en la proyección de su voz. El sonido del piano jamás la opaca y todos podemos percibir el aire mágico lírico que ella nos está compartiendo en todas y cada una de estas canciones.

 

Finalmente, Emily nos regala su propia versión de la “Nachtwanderer” (“Caminante Nocturno”), obra póstuma de Fanny Mendelssohn (1805-1847) y “Lorelei” de Clarita Schumann (1819-96), con las cuales, evidentemente, nos demuestra a todos el talento virtuoso que posee. Ella finaliza y todos aplaudimos, maravillosamente impactados por lo que acabamos de presenciar.

Se despide varias veces de nosotros y tanto ella como Sophie, saben que es momento del encore. En un muy acertado arrebato, decide consentir a este auditorio catalán e interpreta dos arias de zarzuela, dejando a todos impresionados con su extraordinario castellano.

Los espectadores se rompen en aplausos, y ella sumamente conmovida nos dice “You’re such a lovely audience” (“Son una audiencia encantadora”) mientras se toca el corazón.

 

Este programa del pasado 28 de febrero en L’Auditori me pareció perfectamente curado. El orden intercalado de los autores de cada una de las canciones no intervino en lo absoluto en la secuencia motívica de éstas. Es notorio que las mujeres compositoras dominan el carácter  del repertorio y, a mi parecer, es muy acertado el haber incluido compositoras contemporáneas a la par de las decimonónicas y la más antigua de ellas, de la época medieval, para poder generar un contraste entre todas ellas.

Algunas de estas canciones forman parte del primer material discográfico de la cantante,

E n ar gei a” distribuido por el sello Deutsche Grammophone.

 

Hace unos meses tuve la enorme oportunidad de ver a D’Angelo por primera vez en la Royal Opera House en Londres, en donde interpretó a Ruggiero de la Alcina de Georg Frideric Händel, en la versión del director de escena Richard Jones.

Debo confesar que me quedé pasmada con la proyección y musicalidad que Emily posee; el timbre de su voz es sumamente complejo, voluminoso, quizá un poco áspero para el barroco de Händel pero no por ello se resta calidad a su capacidad interpretativa.

Me parecía inminente asistir a este recital para poder conocer más de su estilo, y después de haberla escuchado en un formato más íntimo, me atrevo a asegurar que Emily seguirá escalando la montaña vocal hasta llegar, seguramente, a la cúspide.

 

Agradezco enormemente el apoyo del equipo de prensa de L’Auditori de Barcelona, por las facilidades brindadas para la creación de la presente reseña.

 

Para más información de D’Angelo, www.emilydangelo.com, y de L’Auditori, www.auditori.cat/es/

 

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Foto: Isabel Rodríguez