PLUMAS OPUS 94
Nota
Aci, Galatea e Polifemo de G.F.Händel en L’Auditori de Barcelona

Bien dicen por ahí: “pide y se te concederá”, y en esta ocasión, no tengo manera de debatir este dicho.
Hace un par de semanas tuve la enorme fortuna de asistir a una de las representaciones de Aci, Galatea e Polifemo, de Georg Frederic Händel, en mi muy querido L’Auditori de Barcelona. Usted no está para saberlo pero yo sí estoy para contarle que por varios infortunios del destino, nunca había tenido la oportunidad de ver esta obra en vivo, hasta ahora.
En este punto me permito hacer una acotación, querid@ lector@, para pedirle que no confunda el título de esta composición con una posterior, Acis and Galatea, también de Händel. Si bien ambas tratan del romance entre la nereida y su pastor, interrumpida y celada por el cíclope Polifemo, son versiones distintas. La primera está formateada al tipo de la cantata o serenata en italiano, y la segunda, es una ópera en inglés.
Händel le regaló al mundo su primer Aci en 1708 cuando tenía tan sólo 23 años de edad y se estaba estrenando en el mundo del gorgorito operístico en Italia. No está pensada para ser actuada pues la serenata de ese entonces era un género semi-teatral enfocado a simplemente cantarse y ya está. Los intérpretes sí que pueden aparecer con sus vestuarios rimbombantes, pueden entregarse al drama sin tapujos, pero no hay escenarios ni todos aquellos elementos que caracterizan a la ópera. Sólo hay voz, música y mucha emoción.
Debo admitir que me sorprendió mucho ver un recinto a poco más de la mitad de aforo, ¡es Händel! ¿Dónde está el lleno total? Me temo que mucho tiene que ver que las representaciones musicales actuales insisten en recurrir a los mismos ciclos de funciones dedicadas en su gran mayoría al canon, dejando a un lado a todos aquellos otros títulos que bien merecen un lugar en el tiempo y el espacio del espectáculo pero no pertenecen completamente a dicho canon, ergo, se vuelven desconocidos o poco llamativos al público y quizá por eso el auditorio no se encontraba a su máxima capacidad.
Al centro del escenario, observables y con ansias de ser escuchados, se encontraban todos los instrumentos dispuestos para la ejecución del ensamble Vespres d’Arnadí y su director, Dani Espasa, quien desde que tomó asiento en su clavecín nos compartió en todo este viaje musical su espíritu decidido, enfático, animado y verdaderamente apasionado.
Como bien lo marca la partitura, el principio consta de una obertura preciosa, que fue ejecutada enérgicamente por todo el ensamble y un Espasa sin palito de director pero sí que con toda la actitud en su rol y en su instrumento. Una vez finalizada la melodía, el contratenor David Hansen como Aci y la mezzosoprano Vivica Genaux como Galatea, se acercaron al escenario y comenzaron el primer dueto: Sorge il dì. Ambas voces increíblemente pulidas, agradables y bellas, haciéndole notar al público, desde las primeras notas, la espesa complejidad de la partitura. Ciertamente, Händel no se guardó absolutamente nada bajo la manga y decidió tirarle varias jugarretas a los cantantes, quizá con el propósito determinado de crear polifonías jugosas y excepcionalmente ambiciosas, a expensas de las capacidades técnicas y pulmonares de los intérpretes.
El potente Polifemo apareció hasta la quinta aria, Sibilar l’angui d’Aletto, personificado en la magnífica existencia del bajo Nicolas Brooymans, y déjeme decirle a usted, mi querid@ lector@: ¡qué voz y qué intensidad de señor! Todas y cada una de sus apariciones fueron brillantes; su proyección en conjunción con el atinadísimo desarrollo del personaje a su cargo, nos dejó a todos los asistentes boquiabiertos y esperando a por más de sus arias y recitativos.
Casi fue imposible odiarlo por matar a Aci ya hacia el final de la obra, porque si usted no lo sabía, este es el triste desenlace de los personajes.
Este libreto en particular, a manos y dedos de Niccolò Giuvo, nos describe el amor entre Aci y Galatea, el repudio que ésta le tiene a Polifemo, y la ingratitud que él le atribuye a ella por no corresponderle. Enojado, irracional y sumamente celoso, Polifemo asesina a Aci, y Galatea, sumida en un profundo dolor, derrama su sangre en un río. La sangre de Aci, no la de ella. Ni la de Polifemo.
Y ahora que he mencionado la muerte de Aci, déjeme le platico que justo antes que ésta suceda en la trama, Händel decidió utilizar un par de elementos muy curiosos en su partitura. Uno de ellos es extremadamente particular, y como la buena musicóloga chismosa que soy, es menester mío compartirlo. Aci interpreta el aria Qui l’augel da pianta in pianta, en la que el texto enfatiza la dulzura y felicidad que existe en el canto del pájaro que vuela de flor en flor. Aci se lamenta porque esta dulzura sólo puede causarle dolor a su muy afligida alma. Muy simbólicamente, Händel dispuso la melodía a dos voces: una, la del contratenor, y la otra, a una flauta solista que representa el canto del pájaro. Así que en este momento en específico, la flautista Sara Parés pasó al frente de la orquesta junto a Hansen y ambos interpretaron esta aria, magníficamente, por cierto.
Después, ella regresó a su lugar dentro de la sección de vientos.
Una vez que Aci ha muerto, Polifemo se da cuenta que se ha convertido en un río que sigue amando a Galatea y deplora su cruel destino preguntándose porqué él no se muere, «come non moro?»
Finalmente, las tres voces se juntan en el terzetto Chi ben ama ha per oggetti, «quien ama de verdad tiene por objeto el amor fiel, la perseverancia pura. Que si carecen los afectos, nunca falte la esperanza.»
Todas las interpretaciones, absolutamente todas, fueron encantadoras, acertadas y sumamente detalladas. Hansen se desvivió en los agudos, Genaux sorteó con destreza todas las dificultades de la partitura y el volumen de la orquesta que amenazaba con opacar su proyección vocal, y, a mi parecer, Brooymans se llevó la noche con su fantástica voz e perfecta actuación como “el malo del cuento”.
La orquesta respetó puntualmente toda la notación musical y ambientalizó mágicamente todo el drama.
No está de más comentarle que papá Händel trabajó la partitura dentro del stile rappresentativo, característico del barroco temprano en el cual existe un recitativo, o bien, un discurso muy expresivo que narra la acción que se está llevando a cabo, acompañado de un bajo continuo o cimiento melódico de tan sólo unos cuantos acordes, seguido de un aria, que es una pieza vocal acompañada de la orquesta, generalmente, en la que el personaje se enfoca en las emociones y sentimientos que se derivan de la acción descrita.
Definitivamente, Aci, Galatea e Polifemo es una de las joyas máximas que han salido de la cabeza de nuestro querido músico alemán que componía melodías italianas para la corte inglesa.
Y yo, feliz, ya puedo decir con toda la seguridad del mundo que se me ha cumplido el capricho de verla en vivo.
Quiero agradecer profundamente a Rocio Pedrol de L’Auditori por todas las facilidades que me ha brindado para la realización la presente reseña, y a todo el comité organizador del mismo, por ofrecernos a todos los mortales tantas representaciones tan variadas y completamente alejadas del ya mencionado canon tradicional viejo y repetitivo.
Isabel Rodríguez Reyes
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