Por: Obed Rojas
Adaptación. Mauricio Gallegos López
Kenny Werner
Considerado como una leyenda viva del jazz contemporáneo producido en la ciudad de la gran manzana, Kenny Werner ha creado un particular estilo de interpretación en donde se amalgama perfectamente un toque de elegancia, con la más pura y espontánea creación melódica.
A lo largo de sus más de cuarenta años de carrera, tuvo la oportunidad de colaborar con personalidades como Charles Mingus, Archie Shepp, Joe Lovano, Chris Potter, Randy Brecker, entre muchos músicos más, que hoy en día pueden confirmar el enorme talento de este artista.
Kenny Werner nació el 19 de noviembre de 1951, en el municipio más poblado de la ciudad de Nueva York, Brooklyn. Como la mayoría de las grandes estrellas de la música, Werner tuvo su acercamiento a la música desde muy pequeño. A la edad de cuatro años inicio su formación tomando clases de piano clásico, además de que en esa misma época se integro a un conjunto infantil de canto y baile.
Tiempo más tarde tuvo la oportunidad de realizar su primera grabación, interpretando algunas piezas populares de la época en compañía de una orquesta de quince elementos. A pesar de que sólo se lograron vender cinco copias de este material, el pequeño músico se ganó el reconocimiento de la escena musical, y pronto fue invitado a participar en un programa de televisión para demostrarle al público sus grandes habilidades.
La gran atracción que Werner sentía por la música clásica lo llevó a ingresar a la Manhattan School of Music, donde pudo perfeccionar su técnica en el piano, de manera sorprendente.
Sin embargo Kenny no se sentía plenamente satisfecho con sus resultados, creía que su formación musical estaba limitada y que su creatividad podría ser mejor explotada.
Por estos motivos, en 1970 el pianista decide trasladarse a la ciudad de Boston, para unirse a las filas del Berklee Collegue of Music. A raíz de su ingreso a ése instituto, Werner experimentó un alejamiento a sus raíces clásicas, las cuales fueron sustituidas por el mundo improvisativo que caracteriza al género sincopado, y que le permitió encontrar el camino perfecto para encontrar su dirección creativa.
Werner tuvo su verdadero acercamiento al jazz hasta su ingreso a Berklee, el pianista llegó a esa escuela más por su deseo de aproximarse a la improvisación, que por su gusto por la sincopa. Anteriormente, en la secundaría, su compañero y vecino Sammy Marshall, quien tocó brevemente en la banda de Miles Davis, le mostró el trabajo de algunos jazzistas. En ese entonces Kenny estuvo más interesado por la música popular, por lo que el género no le atrajo.
Ya en la Universidad, tuvo como compañero de habitación a un saxofonista fanático de Charlie Parker, quien fue el encargado de mostrarle el disco “In a silent way” de Miles Davis, un material con el cual el pianista quedo enganchado en el universo de la sincopa.
De igual forma, Berklee representó para Werner la posibilidad de conocer a dos de sus más grandes maestros y mentores: Madame Chaloff y Joao Assis Brasil, a quien Kenny conoció cuando realizó una gira por Sudamérica en compañía de su hermano gemelo, Victor Assis Brasil.
Para finales de la década de los setenta, Kenny grabó lo que él catalogo como su primer disco de verdad, un material a piano solo donde interpreto piezas de Bix Beiderbecke, Duke Ellington, James P. Jonson y George Gershwin.
Tiempo más tarde fue invitado a participar en la banda del contrabajista Charles Mingus en donde incluyó en su álbum “Something like a bird”, una producción en la que el músico reunió a sus mas grandes amigos, y que fue lanzada a la venta a tan solo un año antes de su muerte.
Después de esta experiencia el pianista comenzó a realizar una serie de conciertos por distintos lugares de Boston y Nueva York. Es durante una de esas presentaciones que tuvo la oportunidad de compartir el escenario con el bajista Dave Holland y el baterista Jack DeJohnette, con quienes entabló una fuerte empatía musical que dio como resultado la grabación del disco “Beyond the forest of Mirkwood” en 1981, y en el cual por primera ocasión incluyó temas de su propia inspiración. Aunque lamentablemente sólo se editaron un número limitado de copias; la compañía “Enja Records” lanzo una reedición de este material que permitió apreciar su trabajo de ésa época.
Un año más tarde Werner decidió hacer un registro con los músicos que lo acompañaron en algunas jam sessions que realizó en un club de Manhattan. El álbum lleva por nombre “298 Bridge Street”, y fue grabado en un estudio de su natal Brooklyn. En el disco aparecieron figuras como Joe Lovano, Bill Drewes, Bill De Arango, Ratzo Harris y Tom Rainey.
Su trabajo siguiente fue una colaboración con el saxofonista Archie Shepp, la cual le permitió embarcarse en su primera gira profesional con la Archie Shepp Quintet, durante tres años. A su salida de esa agrupación Kenny se integró a la Mel Lewis Orchestra, con la cual pudo dar continuidad a su experiencia de las giras. En ésa ocasión la travesía traspasó las fronteras de su país, y el pianista pudo darse a conocer en el viejo continente, donde de igual forma se presentó en solitario, dejando saber que para él fue un sueño hecho realidad haber participado en una Big Band.
De regreso a los Estados Unidos, Werner inició una cadena de colaboraciones con artistas como Rufus Reid, Ray Drummond y Jacki Biard. Dichas participaciones vinieron a consolidar una buena reputación, que día con día Kenny iba construyendo gracias a sus grandes habilidades. Logros que lo llevaron a obtener el reconocimiento que en 1985 recibió por parte del “National Endowment for the Arts”, que le permitió realizar un concierto con su propio material en el “Symphony Space” de Nueva York. Un hecho que gracias al éxito obtenido pudo repetirse dos años más tarde.
Para mediados de la década de los ochenta, Werner fue comisionado para componer y conducir una pieza en memoria del pianista Duke Ellington, la cual fue presentada en la Divina Iglesia de Saint John, en Nueva York, con la actuación de la “Manhattan School of Music´s Stage Band” y el “New York City Choir”.
Desde 1981, Kenny Werner alternó su colaboración con otros artistas y la realización de su propio proyecto en formato de trío; escoltado por el bajista Ratzo Harris y el baterista Tom Rainey, el pianista conformó esta agrupación que durante mucho tiempo ofrecieron presentaciones por diversos lugares de la escena neoyorquina. A pesar de la fuerte amalgama musical que entablaron los integrantes, el grupo tuvo que esperar hasta finales de la década para poder publicar un material discográfico, “Introducing The Trio”, un disco que ofrece nueve temas de los cuales cuatro fueron originales de Werner, dos pertenecen a Harris, y los tres restantes son standards de artistas como Miles Davis y John Coltrane.
Publicaciones como el “New York Times” y el “Boston Globe” dieron buenos comentarios del material y en especial del trío, al cual catalogaron como uno de los más innovadores combos del jazz moderno. Aunque la trayectoria de la agrupación se extendió por cerca de catorce años, su trabajo sólo pudo ser inmortalizado en una ocasión más en el disco “Gu- ru”, realizado en julio de 1994 bajo la producción del sello TCB.
El otoño de 1987, representó para Werner la posibilidad de iniciar el desarrollo de su talento como educador. La “New School” de Nueva York, le brindo la oportunidad de ofrecer asesorías en el área de armonía y teoría jazzística, una labor que desarrolló por seis años. De igual forma, en ése tiempo el pianista fue llamado por diversas Universidades de la Unión Americana, para impartir algunas clínicas de jazz, así como una infinidad de clases particulares.
En 1999 se hizo cargo de la dirección del “Banff Center Jazz Program” y en esa misma época fue contratado como compositor residente en su alma mater, El Berklee College of Music.
A lo largo de su amplia trayectoria, su nombre consiguió ser escrito en los materiales discográficos de importantes músicos como: Joe Lovano, Dizzy Gillespie, John Abercrombie, Bobby McFerrin, Ron Carter, Lee Konitz, John Scofield, entre múchos más.
Durante el inicio de los noventa, Kenny Werner se mantuvo activo en la escena musical dirigiendo su propio trío, y uniéndose a las agrupaciones de artistas como Joe Lovano, Tom Harrell y Toots Thielemans, con quienes pudo embarcarse en una larga gira por tierras europeas.
En el área de la composición, el pianista realizó importantes trabajos para big bands como la “Mel Lewis Orchestra”, la “Cologne Radio Jazz Orchestra”, la “Danish Radio Jazz Orchestra” y la “Umo Jazz Orchestra“. Así mismo fue contratado como pianista, arreglista, y director musical de la estrella de Broadway: Betty Buckley, a quien más tarde incluyó en un álbum.
La creación de música para cine, es una labor que desde sus inicios ha despertado un gran interés en Kenny. Aunque su deseo siempre ha sido componer el soundtrack de un largometraje, el pianista se ha tenido que conformar con la producción de la banda sonora de algunos documentales.
En 1993 la “National Endowment for the Arts” le otorga nuevamente un reconocimiento y lo comisiona para presentar un concierto en tributo a Mel Lewis, en el cual pudo interpretar algunas piezas de su propia autoría. Dos años más tarde la misma institución le encarga componer un concierto a piano solo dedicado a la memoria de Duke Ellington, el cual fue interpretado por la Cologne Radio Orchestra.
La década de los noventa también representó para Kenny la posibilidad de firmar un contrato con la compañía “Concord Records”, para la cual grabó el disco “Live at Maybeck Recital Hall, Vol. 34”, un material a piano solo que recibió muy buenos comentarios por parte de la crítica especializada, quien lo catalogo como uno de los mejores de 1994.
Tres años más tarde, el pianista cambia de sello discográfico para comprometerse con “RCA Victor”, con quien publica “A Delicate Balance”, un álbum en el que Werner nos muestra un nuevo trío integrado por el bajista Dave Holland y el baterista Jack DeJohnette.
Su discografía continua con “Beauty Secrets”, un disco realizado en 1999 y en el cual se hace acompañar por una nueva alineación. En ésta ocasión es el bajista Dew Gress y el baterista Billy Hart, quienes crean una sólida base que permiten el lucimiento de los músicos invitados: el saxofonista Joe Lovano, el violinista Mark Feldman y la cantante y poeta Betty Buckley.
Como un dato curioso, Kenny incluye en esta producción “Bumper, Jumper”, un tema que él mismo considera como de “espíritu joven”, y que es interpretado por dos artistas que conforman el trío con el que actualmente se encuentra trabajando: Ari Hoening en la batería y Johannes Weidenmuller en el bajo.
Después de probar suerte con diferentes opciones, es con estos músicos que Werner encuentra una empatía musical similar a la entablada en la agrupación que conformó con Ratzo Harris y Tom Rainey.
Bajo el titulo de “Form and fantasy Volumen 1”, Kenny Werner publica su primer disco acompañado de su nueva agrupación, y no podía hacerlo de mejor manera que en vivo. La grabación fue hecha en una serie de actuaciones en el “Sunset Café” de Paris, en el transcurso de una extensa gira por tierras europeas.
Sus mas recientes producciones son: “Beat Degeneration. Live Vol 2”, que fue nuevamente registrado en Paris; y “Peace”, realizado en el Blue Note de Nueva York.
Hoy en día, Werner es considerado como el secreto mejor guardado de la escena jazzística de Nueva York; Sus trabajos como pianista, compositor, académico y escritor, han cambiado en las nuevas generaciones su forma de practicar y escuchar la música.
Muchos jóvenes artistas han encontrado el verdadero sentido del arte sonoro a través de sus clínicas y su libro titulado “Effortles Mastery”, con el cual ha causado un gran revuelo en el ámbito musical y que viene a confirmar porque Kenny Werner es uno de los más grandes pianistas del jazz contemporáneo.