El 30 de enero de 1944 falleció el compositor yucateco Ricardo Palmerín, en la Ciudad de México, donde llevaba algunos años radicando. Él, como muchos otros trovadores originarios del sureste de México, dejaron su terruño en la búsqueda de nuevos horizontes, que les permitieran vivir en mejores condiciones.
Palmerín fue un punto vital para el movimiento de la trova yucateca, maestro de guitarra de Guty Cárdenas (otro grande) y autor de canciones que definieron un nuevo estilo en la música romántica: “El rosal enfermo”, “Semejanzas”, “Claveles” y “Peregrina”, pieza característica de la canción yucateca. Siempre se apoyó en la obra de reconocidos “cantilenistas” o poetas especializados en crear versos populares.
El maestro llegó aproximadamente en 1935 a la capital del país, invitado por el doctor y cantante Alfonso Ortiz Tirado. Su prestigio le permitió integrarse a los medios de comunicación de su tiempo (radio, teatro y discos) y logró un importante contrato en el cabaret “El retirito”. Sus viajes de regreso a Yucatán fueron esporádicos. Prefirió el ajetreo de la ciudad de México para vivir.