Siempre decimos ¡Échame aguas! Cuando queremos que nos prevengan de algo, pero, ¿Qué tiene que ver el agua con el peligro? ¿Por qué queremos que nos mojen para advertirnos de algo?
Bueno, pues después de escuchar su significado, tal vez no querrá volver a decir esta frase.
Esta historia se remonta a la época de la Colonia, en la Nueva España. En aquellos tiempos aún no existían lo escusados, por lo tanto no había un lugar específico para hacer sus necesidades.
Entonces, ¿Dónde hacía del uno la gente? Pues, había bacinicas, pero cuando estas se llenaban era necesario vaciarlas y antes de decirle dónde, déjeme le cuento otra historia.
En la España Medieval, era común pasear por la calle y escuchar un grito así: “Agua va”. Al oír esto, uno tenía que reaccionar cual gato, para esquivar lo que literalmente era agua, aunque de un color diferente.
Y si, es esa agua que está pensando. La gente vaciaba sus bacinicas por la ventana, pues al no existir las tuberías, los desechos eran aventados por la ventana, y por educación se tenía que gritar ¡Aguas! O ¡Agua va! Así, si alguien iba pasando, era advertido.
La próxima vez que vaya por la calle y escuche un ¡Aguas! Deténgase porque puede acabar bañado en agua y no precisamente limpia.