El mayor de los muchachos que vemos en esta fotos tiene 13 años, el menor 9, y todos se han preparado con esmero y paciencia para ser parte de un ritual muy antiguo cuyo origen se pierde en la memoria del tiempo y que se remonta, tal vez, al año 600 antes de nuestra era. Ellos, con sus 9, 11, 13 años, son capaces de llevar sobre sus hombros y en la fuerza simbólica de sus brazos extendidos, todo un universo de significados que conocen y respetan. Los seis forman parte de la Escuela de Niños Voladores, ubicada en el Parque Takilhsukut, de Papantla de Olarte, Veracruz, una de las sedes del festival Cumbre Tajín.
Pero la escuela no solamente funciona en los días de la Cumbre, sino que anualmente recibe a cerca de 65 niños y jóvenes, a quienes se les enseña a volar, al tiempo que aprenden, o afianzan, la lengua totonaca y su cultura. Doce maestros, voladores expertos y guías del ritual, se hacen cargo de esta formación. Paso a paso, momento a momento, los niños y jóvenes totonacas repiten movimientos muy antiguos que le dan forma y vida a una ceremonia que los vincula con su historia, con su pasado, y con la riqueza actual de su cultura. Porque lo que observamos cuando los vemos volar, es solamente una parte de un ritual muy largo y minucioso que comienza con ofendas y con la elección del árbol adecuado que se corta siguiendo prescripciones muy precisas que respetan la armonía de la naturaleza y de todos los elementos vinculados con el orden del Cosmos.
En el año 2009 la Ceremonia Ritual de los Voladores fue inscrita en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, debido a su antigüedad, a su importancia y al gran arraigo que tiene entre diferentes comunidades indígenas de nuestro país. Esta danza es practicada por los teenek, los nahuas, los tepehuas, los ñahñús, e incluso por algunos grupos mayas de Guatemala y por los indígenas piples de Nicaragua. Pero para los totonacas del norte de Veracruz tiene una singular importancia y en la región del Totonacapan, especialmente en la zona de Papantla y otros lugares aledaños a El Tajín, se le cuida y se le conserva como un símbolo de identidad y de cohesión comunitaria protegiéndola de todo aquello que la amenaza y ha amenazado a lo largo de los siglos: desde la conquista europea, hasta la migración actual.
Dicen los que saben, que una de las razones por las que la Danza Ritual de los Voladores logró sobrevivir a la censura religiosa en la época colonial, fue porque se le consideró más como un espectáculo que como un rito pagano. Y es que, sin duda, es muy llamativa y llena de emoción al público que la observa. No perdamos ese asombro, no dejemos de verlos y de admirarlos, pero sumemos también a eso un profundo respeto, porque con su vuelo, con el sonido del tambor y de la flauta de carrizo, con su ofrenda al Sol y a los rumbos del universo, los jóvenes y los viejos voladores le dan presencia y sentido a una cultura pletórica de historia y de sabiduría.

Danza del Volador en una fiesta religiosa católica en el siglo XVI. Códice Azcatitlan. (tomada de arqueomex.com)
Es un muy buen reportage.
Muchas gracias Francisco, pronto sumaremos una entrevista con uno de los niños voladores. Te invitamos a estar atento.