“El valor no es la ausencia del miedo, sino la prueba de que existe algo mucho más importante que el miedo”.
Esta frase representa un capítulo importante en la vida de Ella Fitzgerald, una chica huérfana de 16 años nacida en Nueva York que anhelaba ser escuchada y reconocida por su voz.
Fue descubierta mientras concursaba en un espectáculo para jóvenes talentosos, una noche de amateurs en el entonces mítico Teatro Apollo; pero Fitzgerald tenía un secreto: le tenía un gran miedo al fracaso en público. Ella, había sido abucheada por su audiencia hasta llegar al llanto en otro teatro de aficionados tiempo atrás, lo que marcó su personalidad durante toda su vida.
Pero esa noche en el Apollo, ganó un premio de 25 dólares y se abrió una puerta que la llevaría a la fama poco tiempo después. Chick Webb, el famoso compositor de orquesta la contrató para formar parte de su Big Bang y se convirtió en su padre adoptivo.
Ella fue calificada como “la primera dama del jazz” y formó parte, junto con Billie Holiday y Sarah Vaughan de las tres voces femeninas más importantes del género.
Hoy, en Horizonte Jazz, celebramos el nacimiento de Ella Fitzgerald y recordamos su legado como una importante exponente de la música, aquí en la casa del jazz en México.