André 3000
La nave del olvido
01 de julio de 2024
Por Erik Montenegro
Un día, un señor llamado Herman Blount se miró al espejo y dijo: yo no soy de Alabama, yo vengo de Saturno.
Quizás como resultado de su abducción (yo sí le creo) tomó su brillante capa, su cetro de oro y su tocado de emperador de las estrellas y se llamó ante vivos y muertos: Sun Ra.
Grabó una infinidad de discos y parece que cerca de 1000 composiciones. Fue uno de los primeros músicos de jazz en utilizar sintetizadores y otros instrumentos electrónicos, lo que le permitió crear sonidos únicos y futuristas. Sun Ra es considerado uno de los fundadores del afro futurismo, una corriente cultural que combina elementos de la ciencia ficción, la tecnología y la historia africana para explorar la identidad negra y sus posibilidades futuras.
Todo esto debe ser obra de un genio que efectivamente viene de Saturno.
Quizás para entrarle a la magia de Sun Ra sea el disco “Space is the Place” (1974) la puerta indicada. Iniciamos con 21 minutos de orquesta que es una oda a las galaxias, un himno cósmico con un enérgico swing
Sun Ra hacía afirmaciones extrañas y sobrenaturales sobre sí mismo y su trabajo; les decía a sus músicos que no podían cometer error alguno porque los sonidos que estaban transmitiendo al cosmos estaban tan sintonizados, tan en línea directa que una falla podría cambiar el universo.
Pero antes ya se había acercado al espacio el gran maestro John Coltrane con “Interstellar Space” (1967): Un álbum de dúos entre Coltrane y el baterista Rashied Ali, explorando texturas y ritmos que evocan viajes espaciales y dimensiones cósmicas. O qué tal Rahsaan Roland Kirk, con su disco “Prepare Thyself to Deal With a Miracle” (1973): Un álbum que explora temas espirituales y cósmicos a través de improvisaciones y experimentaciones sonoras. Por cierto, Rahsaan Roland Kirk es indiscutiblemente uno de los mejores saxofonistas, flautistas y multi instrumentalistas de la historia, A menudo se le veía con el saxofón tenor, el Saxello apodado “Manzello” y su Buescher alto apodado “Stritch” colgados del cuello, tocando todos a la vez desde la infinita obscuridad de su ceguera. En su álbum de apenas cuatro cortes, ilumina el camino de las estrellas desde el inicio con Salvation & Reminiscing pasando por el Celestial Blues.
Es entonces en el mundo de la música un tema recurrente y fantástico al que se ha invocado con regularidad alzando la cabeza al cielo en búsqueda de lo que la mirada no alcanza. Así mismo se han acercado John Zorn, Kamasi Washington, The Cinematic Orchestra, Afrika Bambaataa y muchos muchos más.
Pero lo que no conocíamos es el “Nuevo Sol Azul (New Blue Sun, 2023)” que ha traído André Lauren Benjamin, mejor conocido como André 3000 al planeta Tierra.

André es especialmente reconocido por ser parte del grupo Outkast junto a Antwan Patton (Big Boi) con una exitosísima carrera y ahora; como solista, llegó al cartel del Festival Internacional de Jazz de Montreal como el primerísimo nombre que ahí quedó impreso, el primero y más importante también en el listado de más de 300 conciertos que ofrece este Festival. La expectativa era altísima. Quizás desde ahí comenzó a fallar el sistema de control de la nave.
La Sala Wilfrid Pelletier del complejo de la Plaza de las Artes abrió sus puertas y recibió a un teatro ocupado en tres cuartas partes de su capacidad.
A la entrada, un grupo de personas comentaban que les habían obsequiado los boletos y otra pareja más les respondía que a ellos también. Eso prendió la primera señal en el tablero.
Parte de la prensa compartimos lugares en la misma fila de asientos. Tomé una foto del escenario virado a azul e hice una publicación en “X” diciendo que estaba todo listo para viajar en la música de André 3000.
Pausa.
Es importante aclarar que el acto obligado para mi, después de ver que era el nombre número uno de este Festival, fue correr a escuchar su música. Puse el álbum en un trayecto a casa en el auto, y si bien no me pareció una mala producción ni mucho menos, tampoco pensaría en dejarlo en mi lista de favoritos. Me pareció más bien un claro desmarque de la industria que le precede al autor. Las ganas de probar otros caminos y eso siempre trae otras cosas diferentes. Pero habría que verlo en vivo, pues ahí es donde todo cambia.
El concierto comenzó. Lo primero que había que notar era el impecable, prístino, maravilloso y plausible (de pie) sonido que tiene esta sala y la maestría del ingeniero.
Espléndido.
El line array izquierdo suena con el micrófono izquierdo del baterista y con el derecho lo mismo.
Las luces comenzaron a hacer lo suyo y a la salida de los músicos una ovación sonora no se hizo esperar.
Comenzó con toda la parafernalia que amerita el caso. No pude evitar pensar que las luces dispuestas evocaban a las de un platillo volador (lo que sea que signifique hoy eso), que encendían con viveza y en secuencia; junto a la música, anunciando el arribo de la nave, con humo, tambores, grandilocuencia de los sintetizadores, procesadores, más humo, André 3000 y su flauta salida del espacio. Detrás de él, Carlos Niño, quien co-produce el disco y está en mucho del espíritu del sonido. No se define como un percusionista sino más bien un creador de sonidos que ayuden a la gente a encontrar la profundidad de cada experiencia sonora. Extraordinario.
Me he aprendido su nombre fácilmente, pues me ha recordado a otro Carlos Niño que ha sido pieza importantísima de la radio mexicana y un extrañado amigo.
Al aterrizar la nave, llena de humo, sonidos y estruendo de tambores, aves voladoras, huracanes que deja a su paso y luces que te golpean en el rostro, la nave, esa nave, trístemente ya no pudo volver a despegar.
Entramos en un pasaje sonoro hermoso, pero para mi y mis compatriotas muy conocido. Una percusión, el sonido de la flauta, caramillos, cascabeles, ocarinas, no pude evitar pensar en el espectáculo nocturno de Xcaret en su parte de génesis maya.
Me pareció una copia retroespacial de esos sonidos tradicionales y sagrados.
De ahí, la presentación de lo que escucharíamos. Un trabajo de improvisación que sobre la marcha se va construyendo.
Craso error.
Hay que ser improvisador para hacer eso. Pero también hay que por lo menos ponerse de acuerdo en lo básico, ¿cuantos segmentos vamos a hacer?, ¿por dónde nos vamos?, ¿cuál es el pico alto?, ¿dónde sorprendemos?, ¿dónde nos relajamos?.
Quizás lo hicieron. No lo notamos.
Lo que siguió fue una larga sesión de sonidos de flauta que no iban a ningún lado, que no lograron conectar con el resto de la banda, con espacios en penumbra para una experiencia más -mística y extrasensorial- que dejaron dormidos a varios en sus butacas y que a otros más les pareció buena idea, mejor salir al planeta tierra por algo de aire fresco.
Y cada vez más y más.
Nunca había visto en este Festival; en ningún concierto, que la gente se saliera.
En desbandada una porción importante del respetable comenzó a retirarse.
Nos compartía Octavio Amaro, quien es parte de la oficina de Turismo de Montreal que este es uno de los públicos más exigentes del mundo. Montreal es la ciudad donde se ponen, incluso a prueba, varios de los nuevos espectáculos en el mundo. Muchos artistas eligen Montreal para las primeras fechas de sus giras, ya que como es sabido, el público no es de aplauso fácil y sobre de eso, ajustan sus shows. Las grandes estrellas del Pop, del Rock, del jazz y de otros géneros, aquí se ponen a prueba.
Me queda claro después de este concierto que si algo no les gusta lo hacen saber con su salida.
Me he quedado una buena parte de la sesión pero tampoco aguanté más. No fue la nave a ningún otro lado más que -según me comenta mi colega que estaba también en el concierto y que sí se quedó al final- a una luz azul que representa, he de suponer el nacimiento de ese mencionado sol azul. Probablemente.
Cuando me puse de pie con mucha pena tuve que decirle a los colegas del periodismo que iba para afuera. Ellos se pararon y me dijeron: “Después de ti” pues ellos también abandonaron la sala.
A decir de uno de ellos, de manera informal, reportero de uno de los medios acreditados internacional respondiendo mi pregunta sobre lo que le había parecido: “Esto es un problema de ensayo, no hubo ensayo. Un artista da conferencia de prensa por la mañana, por la tarde ensaya, hace pruebas, le dan una o dos vueltas, hablan, se ponen de acuerdo, resuelven, y listo, por la noche salen a el show. Me parece que ellos no lo hicieron. No lo sé. A ti y a mi no nos costó la entrada, pero la gente que sí pagó su boleto debería de pedir un reembolso y quejarse por esta tomada de pelo”.
Son solo suposiciones, no lo sabremos de cierto.
Fotos:Victor Diaz Lamich www.lamich.ca