Agustín Lara… un personaje muy importante de nuestra música popular, creador de un nuevo estilo de canción que transformó a todo el Continente Americano. Falleció el 6 de noviembre de 1970.
Su nombre real fue: Ángel Agustín Lara y Aguirre. Su nombre artístico: Agustín Lara. Nació en la calle del Puente del Cuervo número 16, en el Distrito Federal, y no en Tlacotalpan, Veracruz, como él siempre lo afirmó. Esto sucedió a las 4:30 de la mañana del 30 de octubre de 1897, y no en 1900, según el propio Agustín.
Resulta paradójico que los datos reales de su registro civil, fueron dados a conocer públicamente durante su agonía en el Hospital Inglés, en 1970, poco antes de morir. Sin embargo, la gente sigue considerando jarocho al músico-poeta.
Si él lo afirmaba, es porque así era su deseo. No en balde le cantó a la “patria chica” de su corazón, en un bolero que hoy es himno regional: “Veracruz”.
Agustín Lara se acercó a la música desde muy pequeño, quizá a partir de los 4 o 5 años de edad. Su primer instrumento fue un viejo armonio, que se encontraba en el Hospicio de Niños de Coyoacán, donde cursó sus primeros estudios.
Su tía Refugio intentó en vano proporcionarle maestros de música; el niño se negaba a aprender la notación; le resultaba más fácil aprender “de oído” las canciones de moda que se escuchaban en fonógrafos de enorme bocina en forma de trompeta.
Danzas, valses, cuplés y danzones formaban el universo musical del México de 1905. Se dejaba sentir cada vez más la influencia afroantillana, sobre todos aquellos géneros de indudable origen negro, con el cinquillo que marcaba la alegría, el compás y la sensualidad. Este tipo de música identificó la obra de Agustín Lara.
A partir de 1929, sus canciones comenzaron a participar en la vida artística del país. No solamente fue la música, mezcla de bolero y danzón; también la letra llamó la atención, por su tendencia liberal.
Alrededor de 1929, Agustín escribió canciones y boleros que mostraban su afán por cambiar las estructuras de la canción romántica, a través de letras como la del vals “Cortesana”, o bien, del bolero “Chamaquita”.
Con sus canciones “almibaradas”, pero saturadas de belleza, Lara se inspiró en el estilo decimonónico de Manuel Acuña y Ramón López Velarde. También es posible que el surrealismo de Julio Ruelas hubiese sido una influencia para Agustín Lara, ya que sus dibujos sugieren aspectos metafísicos. Fue el momento en que el maestro Lara inundó con sus deliciosas cursilerías el ámbito de la canción romántica.
Justo a finales de 1928 se grabó por primera vez su bolero “Imposible”, que al mismo tiempo fue su primer éxito.
La primera incursión radiofónica de Agustín Lara se dio en 1929 y esto sucedió en la XEB del Buen Tono. Esta anécdota fue publicada por la mujer del compositor, Angelina Bruschetta, de la siguiente manera:
“El día de la cita, mucho antes de la hora fijada, ya estábamos en la radiodifusora XEB. […] “La directora artística, de solemne aspecto, llamó a los artistas y les hizo un sinfín de advertencias, señalándoles sus respectivos lugares dentro del estudio… Enmudecimos ante un gran rótulo que decía “Silencio. Programa en el aire”.
Durante media hora, Maruca Pérez y Agustín Lara interpretaron ante los micrófonos de XEB algunos tangos y boleros escritos por el músico-poeta. Al terminar su actuación, como pago recibieron una polvera esmaltada y un paquete de cigarros “Canela pura”, fabricados por el Buen Tono, S. A.
Aquella primera incursión radiofónica pasó sin pena ni gloria; sin embargo, un año más tarde, Agustín estrenaba sus boleros “Rosa” y “Mujer”, en los escenarios de teatro de revista, dos canciones que lo consagraron desde ese momento como uno de los compositores más importantes del siglo XX.
A partir de 1930, Agustín Lara se rodeó de triunfos sucesivos, giras interminables, viajes a varios países y muchas mujeres, que complementaron su imagen artística, y que fueron una adecuada mancuerna que publicitaba su imagen ante el público.
Entre sus musas más reconocidas, destacaron: Angelina Bruschetta, Carmen Zozaya, María Félix, Raquel Díaz de León, Yolanda Gasca y Rocío Durán. A todas ellas les escribió inspiradas canciones, saturadas de una cursilería deliciosa, característica del estilo “larista”. Quizá la canción más conocida que inspiró alguna de sus musas fue “María Bonita”.
Las obras musicales de Agustín Lara se acercan al millar. Sus iniciales cubren todas las letras del alfabeto e incluyen géneros diversos como el tango, el danzón, el fox trot, el pasodoble, el vals, el chotis, la rumba y, de manera predominante, el bolero.
Su habilidad para versificar le permitió retratar ciudades y países de manera acertada, aún sin haberlos conocido. Ese fue el caso de la “suite española”, que dio inicio en 1931 al componer “Granada”, y terminó en 1968, con el pasodoble “El Cordobés”. De “Granada” se han grabado infinidad de versiones en todo el mundo; forma parte del repertorio de las grandes voces.
Dos años antes de morir, Agustín Lara decidió retirarse a la soledad de su hogar, donde fue atendido por un círculo de amigos que le eran fieles. Su muerte causó conmoción en todo el mundo. Ya era una figura mítica cuando esto sucedió, justo hace 43 años.