Sin duda, frutas y vegetales son un componente fundamental de una dieta sana y balanceada. Sin embargo, aún en la vida saludable se encuentran naturalmente algunas sustancias potencialmente dañinas, por ejemplo, las manzanas.
¿Ha partido una manzana por la mitad? Ha visto unas pequeñas semillitas color negro… bueno, pues como diría el “príncipe de la canción” José José:… “Cuidado, muuuuucho cuidado”.
Las semillas de las manzanas contienen un compuesto llamado amigdalina, que el contacto con nuestras enzimas digestivas puede liberar cianuro.
Pero antes de que entre en pánico por tragarse una semilla de manzana, es importante que sepa que por comer unas pocas semillas no le va a pasar nada. El cuerpo humano puede soportar pequeñas dosis de cianuro.
Además, si nos tragáramos las semillas sin masticar, pasarían a través del sistema digestivo completamente intactas y sin digerir. Lo malo es cuando se mastican las semillas, entonces sí, los productos químicos dentro de las ellas se salen, pero aun así, la dosis de toxinas en una manzana es súper pequeña y nuestro cuerpo tiene la capacidad de desintoxicarse de forma natural.
Lo malo es cuando se mastica una gran cantidad de semillas de manzana, ahí si se puede llegar a un envenenamiento por cianuro.
Pero no sólo la manzana es la única fruta con cianuro. Este veneno también está presente en otras frutas; por ejemplo, los huesos de los duraznos, melocotones, ciruelas, manzanas y membrillos.
Por eso no se recomienda abrir el hueso de estas frutas, de hecho, por eso son así de duros.