Por Cecilia Kühne
Nacido en la ciudad de Puebla en 1933 Sergio Pitol no sólo es reconocido por su trayectoria intelectual, tanto en el campo de la creación literaria como en el de la difusión de la cultura, sino por haber sido siempre una suerte de escritor en fuga. En la década de los cincuenta llegó a la Ciudad de México y primero estudió Derecho. Después Letras y Filosofía. Durante su periodo universitario conoció a Alfonso Reyes, uno de sus maestros fundamentales. Se dice que de él heredó el amor por los viajes y por la cultura de Occidente, su excelencia en la conversación y una pluma cuidadosa del detalle y el estilo. También tuvo mucho que ver con su erudición, y con la gana de recorrer y vivir muchos países.
Y a viajar se puso. Fue estudiante en Roma, traductor en Pekín y en Barcelona, profesor universitario en Xalapa y en Bristol, y diplomático en Varsovia, Budapest, París, Moscú y Praga. Tan nómada ha sido su vida que en algún momento, se describió a sí mismo de esta manera: “Soltar amarras, enfrentarme sin temor al amplio mundo y quemar mis naves fueron operaciones que en sucesivas ocasiones modificaron mi vida y, por ende, mi labor literaria. En esos años de errancia se conformó el cuerpo de mi obra”.
Miembro del Servicio Exterior desde 1960, fue Consejero Cultural de las embajadas mexicanas en Francia, Hungría, Polonia y la Unión Soviética; Director de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores; Director de Asuntos Internacionales del Instituto Nacional de Bellas Artes y Embajador de México en Checoslovaquia. Y en todos aquellos lugares se dedicó (por si sus escritos personales, novelas y traducciones fueran poco) a divulgar la cultura y el arte mexicano.
Dicen que la desgracia (haber perdido a su madre muy niño), la enfermedad (una crisis de malaria grave) y el aislamiento (por la orfandad y el largo restablecimiento de su salud), crearon su estilo literario. Él, irónico y genial, define su obra como “una autobiografía oblicua en la que se funden la vida y la literatura”.
Sus libros son muchas y sus premios importantes. Entre los primeros destacan No hay tal lugar, Infierno de todos, Asimetría, Juegos florales, El desfile del amor, Domar a la divina garza, Vals de Mefisto y La vida conyugal. Sin embargo dos de sus obras prefieren sus lectores asiduos, porque lo describen mejor y se parecen, a sus mil navegaciones: El arte de la fuga, mapa e itinerario de un escritor que no se aquieta, y El viaje, donde cuenta sus días transcurridos en la Rusia de los años ochenta y todas las palabras que nacieron.
Conocedor del mundo, narrador que ha compartido generosamente sus travesías y pensamientos Sergio Pitol es uno de los escritores mexicanos cuya labor, como traductor y promotor de la cultura es tan importante como su excelencia literaria. Este año celebra los 83 de su nacimiento. Y la mejor fiesta que podemos ofrecerle sigue siendo leer y releer sus libros.