Afrocuba de Matanzas un recorrido por los rituales yoruba y la rumba
Por Sonia Yáñez
Fue el 2 de abril del 2015 en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris cuando Francisco Zamora Chirino “Minini” hizo su debut en la Ciudad de México. Para este músico fundador y director de Afrocuba de Matanzas “la rumba significa todo”, y eso fue lo que mostró con su grupo.
Afrocuba de Matanzas ha seguido con la tradición de sus ancestros a través de la música y la danza de los yoruba, que llegaron a Cuba desde el Siglo XVI como esclavos. Los bantús, carabalís, dahomeyanos y los yorubas, entre otros grupos que llegaron de África, buscaron la forma de rendir tributo a los Orishas, sus dioses, con el ritmo de los tambores batá, que esta agrupación utiliza para realizar un género que se ha hecho famoso en Matanzas: la batarrumba. Tanto músicos como integrantes del coro están vestidos de blanco, usan pañoletas de colores claros y cada canto es interpretado con solemnidad.
La primera parte del concierto se conforma por cantos y danzas llenas de sincretismo para evocar a cada uno de los dioses de la religión yoruba, comúnmente conocida como santería.
El primero fue dedicado a Eleggua, que se dedica a abrir caminos. Mientras sonaban los tambores, tres bailarines con el torso desnudo y pantaloncillos rojos fueron apareciendo en el escenario con un baile que requería mover los brazos y apoyar las manos en sus rodillas a ritmo del “Akpwón” (el solista que inicia el canto y que tiene un registro de voz más agudo), acompañado por el coro compuesto por dos hombres y una mujer.
En el siguiente canto llegó el turno de las bailarinas, ataviadas con turbantes y amplias faldas de vistosos colores que extendían mientras giraban al ritmo de la música. Sus pies descalzos marcaban con más fuerza los pasos, mientras los brazos se contorsionaban, para después desaparecer del escenario.
Con el sonido que provocan las cuentas en la calabaza del shekeré, los danzantes llaman a Ochún, la diosa del amor dulce. Los hombres ahora portan un traje blanco que representa a los campesinos, y cada uno lleva en sus manos una canasta, misma que ofrecen a las bailarinas. En esta danza se representan esos bailes que los esclavos realizaban en las plantaciones y haciendas de los europeos en el Siglo XVII en Cuba.
Más tarde entre el público aparecieron dos personajes disfrazados de caballeros de la época colonial con máscaras negras y portando cada uno un bastón. Al subir al escenario comenzó la música, los cantos del coro y con ello la danza. Poco a poco se integraron los bailarines quienes llevaban consigo un machete. Llegó la hora de llamar a Oggun, dios guerrero de hierro que se mueve con poder aterrador con machete en mano.
Mientras escuchamos un solo de tambores, los músicos y bailarines cambian de vestuario, ahora las camisas de los hombres son de colores brillantes, las faldas de las chicas son más cortas, usan tacones y han dejado el turbante, para tocar y bailar guaguancó, yambú, columbia y por supuesto la rumba que combinada con los tambores batá se convierte en Batarrumba.
Las melodías son más alegres, los bailes manejan el cortejo entre las parejas de bailarines y, por supuesto contagian con su ritmo a algunos asistentes que no se pueden resistir. Desde sus asientos comienzan a mover los pies, aplauden y gritan mientras el Afrocuba agradece la ovación. La noche dedicada a los actos religiosos y ritmos populares de la isla ha terminado.
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Fotos Corason/Sonia Yáñez
Es una lástima que el video no se vea. Muy bien el relato escrito, interesante .
Hola Aideé Vilchis. En realidad es un audio. Pero vemos que, efectivamente, hay un problema técnico y no se puede escuchar. Nos comprometemos a resolverlo hoy mismo. Muchas gracias por hacerlo notar y por tu comentario.