Mtro. Sergio Armando Aguirre Velázquez, Coordinador de los programas Pueblos Mágicos Secretaría de Turismo de Colima, México.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera”. Así inicia una de las novelas mexicanas más conocidas del siglo XX escrita por Juan Rulfo: Pedro Páramo.
Si bien la Comala de Rulfo es imaginaria y refiere a una localidad fantasma que está “sobre las brasas de la tierra”, en la vida real existe una Comala muy distinta, con un clima cálido, gente hospitalaria, paisajes enmarcados por la mirada del Volcán de Fuego y el Nevado de Colima, un aroma cafetalero y callejuelas inundadas de paredes blancas y techos terracota.
Comala, que significa en náhuatl “lugar donde se hacen comales”, es una población localizada al norte de la ciudad de Colima. También es conocida como “Pueblo blanco de América”, debido al color de sus fachadas que están rodeadas de bugambilias y en 2002 fue reconocida como uno de los “Pueblos Mágicos” de México por el gobierno federal.
Su Plaza Municipal alberga un pintoresco kiosco y es sede de la Parroquia de San Miguel del Espíritu Santo, una construcción neoclásica de finales del siglo XIX. Además colinda con la zona de Los Portales, que reúne varios restaurantes donde sólo pagarás tus bebidas y podrás disfrutar de antojitos mexicanos sin costo alguno, en medio de música de mariachi y conjuntos norteños que se dan cita desde mediodía.
¿Y qué te parecería un rico ponche o un bate con miel de piloncillo para refrescar tu tarde? El ponche de Comala, a diferencia de la tradicional bebida caliente que se consume en nuestro país en temporada decembrina, se elabora con una base de tuxca, que es un mezcal de maguey producido en Jalisco, y frutas de la región como zarzamora, guayabilla, ciruela pasa, tamarindo, coco, café, granada y cacahuate. En cuanto al bate, es un tipo de atole hecho con semillas de chan, un cultivo prehispánico con altas cualidades nutritivas.
Para el desayuno o la merienda nada como un café recién hecho con granos provenientes de los famosos plantíos de la región que comenzaron a explotarse en 1883. Y para acompañar, hay para elegir entre empanadas rellenas de coco, “bonetes” o “picones”, que son piezas de pan dulce reconocidas por su sabor.
Claro está, si de reconocimientos se trata, un artista colimense que acaparó las miradas fue el maestro Alejandro Rangel Hidalgo con su colección “Ángeles prehispánicos y Ángeles de este mundo” que la UNICEF utilizó como postales navideñas en 1962.
Pintor, diseñador, ilustrador gráfico y escenógrafo, Alejandro Rangel fundó la Escuela de Artesanías de Comala, donde se elaboraron los muebles “estilo rangeliano” que decoraron embajadas mexicanas y la residencia oficial de Los Pinos en los años 80. Además, fue dueño de la Ex Hacienda azucarera de Nogueras que hoy alberga un museo, un centro cultural y un ecoparque que valen la pena visitar.
Aún hay mucho que conocer de Comala, como las máscaras de madera que fabrican sus pobladores, sus danzas, festividades y alrededores, entre ellos, el Parque Nacional Nevado de Colima, la Laguna de Carrizalillo, El Remate y, por supuesto, La Ruta del Café.
La invitación está hecha y la puerta está abierta: Comala te espera. Conócela.
Para más información puedes consultar la página: http://www.colimatienemagia.com.mx/destinos/comala.html