El festival con un enfoque distinto en el ámbito metal
Texto: Moisés González | Fotografías: Rosete Ross
En su segunda edición el Candelabrum Metal Fest ha reafirmado su compromiso con los fans de este género. Relativamente nuevo dentro del mapa de festivales metaleros en México, el Candelabrum desde su primera edición se ganó la confianza de la gente y para este 2023 tenían que reafirmar su impacto y corroborar su importancia.
En 2022 existía incertidumbre alrededor de su producción, por ser un nuevo proyecto, por tener diferentes organizadores y productores. Los fans del metal en años anteriores habían sido maltratados y engañados por diversos eventos y factores que hacen no disfrutables los festivales: cancelación de bandas, mala logística, seguridad no adecuada, mal sonido, etcétera.
La duda entre los metalheads se cimbraba cuando mencionamos “festivales de metal”, sin embargo en dos años consecutivos hemos vivido una grata experiencia en el Candelabrum y aquí se lo relatamos.
Empezamos con el digamos “calentamiento”, un previo para quienes querían disfrutar de más música antes del festival y eso se vivió en la “prefiesta”. Este evento le dio promoción a grupos nacionales e internacionales que buscan en algún momento pararse en el gran escenario. Mientras que para grupos como DeathGrave, Annapura y UntoOthers fue un show de calentamiento antes del gran día.
Día 1
Con puntualidad se abrieron las puertas para que los fanáticos acérrimos disfrutaran desde antes de medio día el festival. La banda encargada de abrir, los nacional Black Mask, quienes en su corta carrera han cosechado grandes éxitos incluyendo esta aparición. Su estilo “metal clásico” encendió los motores de la audiencia: riffs dinámicos, solos de guitarra y la voz emblema del grupo, Liz.
Luego llegó el atasque y devastación de Cathartic y el doom de Majestic downfall grupos de connacionales. En tan solo esa entrada de tres grupos notamos la diversidad que presentó el Candelabrum y en otra óptica fue grato ver a muchos fans desde ese medio día apoyando a los proyectos mexicanos.
De los momentos destacados del primer día de actividades sin duda el debut en México de Mork Gryning, un black metal con tintes folk y una presencia escénica potente, es de esos grupos que además de escucharlos la parte visual es impactante. Otro acto destacado fue el de Heathen, thrash metal que cayó perfecto cerca de que cayera la noche. Su música armó el mosh más alocado de este primer día.





Regresando al metal más clásico, otro de los favoritos y de los que se notó entre el público gran energía: Satan. La vieja escuela, los sonidos del metal ochentero siempre serán necesarios en un festival de metal aun por muy oscuro y true que sea como el Candelabrum.
Llegando a los headliners de la noche Sacramentum dio un show muy visual y en lo musical mostraron su versatilidad y oscuridad black metalera. Los ingleses de Draconian también dieron un gran show, un metal más refinado, melódico, y sin embargo sumamente denso. Ya eran más de 10 años desde su última aparición en México y los miembros de la banda se notaban energizados por la vibra del público.
Finalmente el grupo sueco Dark Tranquility cerró la noche del 2 de septiembre, vitoreados y recibidos con estrenduosos gritos los suecos derrocharon talento. El setlist tuvo de todo, muy variado el cual incluyó temas de su más reciente producción “Atoma” y canciones clásicas como Phantom Days y Misery´s Crown.
Día 2
Para el segundo día de actividades más proyectos nacionales tuvieron la oportunidad de brillar en el escenario grande. Primero los anexados de último momento: Annapura, quienes estuvieron en la prefiesta, luego llegó Starforce de la Ciudad de México. Estos mostraron el porqué es un grupo que hay que conocer. Muy versátiles, virtuosos, muchas guitarras armonizadas y una actitud enérgica.
Luego aparecieron proyectos de más trayectoria y un estilo distinto, encaminados por el doom metal: For Centuries y Agony Lords. De nuevo la “banda”, o sea el público recibió muy bien a los connacionales, una muestra de que el talento mexicano metalero es único y puede trascender.
En el día de cierre del Candelabrum quedó claro que dos actos se llevaron la atención: primero Hulder, black metal dirigido por la artista belga, Marz Riesterer. Su bebé metalero de verdad que prendió a la gente, su manera de tocar, su presencia y voz infernal se robaron los reflectores.
En la onda thrash metalera Vio-lence armó el mosh de la destrucción, sus riffs cañeros y velocidad cautivaron a la audiencia en una manera más eufórica, quizá eso faltó un poco más en esta segunda edición: energía. El thrash siempre brinda eso, mientras que el doom metal, género que destacó más que otros durante el festival, tiende a ser más sensorial o contemplativo, no digo que sea malo, sino que brinda una vibra muy diferente.










Paradise Lost fue uno de los momentos más épicos del festival, a pesar de que hubo un pequeño retraso, su actuación fue de primer nivel y la gente cantó con ellos algunos de sus grandes temas.
Luego de mucho headbaging y cuernos al aire, el fuego del festival tendría que apagarse y para ello se tenía que cerrar con algo épico: el regreso de Autopsy después de 31 años. De Oakland, California estos “mans” pioneros del death doom nos hicieron los honores. Devastadora su actuación y qué decir de la potencia del bataco Chris Reinfert quien además de tomar las baquetas canta con una fuerza increíble.
Blast beats, guturales, riffs sumamente pesados, así terminó la velada en la Velaria de la Feria en León, espacio que albergó por dos días a los fanáticos más true de metal, que hay que decir se mantuvieron a la altura, fueron fans leales, respetuosos y eso sí también echaron fiesta y la chela.
Entre la gente se notaba el gusto y el disfrute del metal, ni el calor, ni el sol detuvo a la gente de escuchar y regocijarse con buenas bandas que por otra parte están fuera del espectro común. Son proyectos que no encuentras en ningún otro evento mexicano más que en el Candelabrum.




Evidentemente también hubo ciertas problemáticas, la cancelación a la mera hora de grave fue algo increíble, por segundo año nos dejaron plantados y en la cuestión de producción el festival corrió muy bien salvo por algunas vicisitudes que surgieron en presentaciones de ciertas bandas pero nada que eclipsará la buena organización del festival.
Es un hecho que se viene la tercera edición del Candelabrum y con esta reafirmación de su buena producción y line up, no habrá duda que comenzará a ganar aún más seguidores.