Cae la tarde en la ciudad de Mérida. El agobiante calor de agosto comienza a ceder un poco y es un buen momento para pasear por sus calles. Hay mucho que encontrar, hay mucho que ver. De pronto llama la atención la aparición de dos peculiares personajes, un hombre y una mujer, o para decirlo con más corrección, una dama y un caballero, vestidos a la más impecable usanza virreinal. Él dice llamarse Clemente de Cárdenas, ella dice ser Doña Andrea del Castillo, esposa del Adelantado Don Francisco de Montejo. Los sigue un pequeño séquito de monjes encapuchados y un bufón que porta un gorro rematado con cascabeles. Invitan a todos los transeúntes a seguirlos y la tentación de hacerlo es mucha, porque sus relatos comienzan a interesar a los paseantes. El recorrido inicia y las plazas, los atrios, las calles, los rincones de la ciudad, se van convirtiendo en escenarios ideales para que esos personajes del virreinato compartan, con sus sorprendidos seguidores, los relatos que cuentan la historia de esa capital desde sus orígenes. Todo va quedando claro: nos enteramos de que existió en este sitio, en tiempos de la antigüedad maya, una población que se llamó Ichcaanziho de la que ya casi no existe memoria. Aprendemos algo de los viajes en barco desde el Viejo Continente, oímos hablar de Fray Diego de Landa, asistimos a la quema de los códices mayas en Maní, nos sorprendemos con la fachada de la Catedral, la primera en concluirse en estas tierras y la más medieval del territorio y, cuando intentamos volver al presente, ya los autos se han transformado en corceles, los camiones en carretas, los paseantes en gallegos y nosotros en capitanes, alguaciles, sacerdotes, monjas y damas de la Corte. Así, asistimos a la fundación de Mérida el 6 de enero de 1542, solemnemente realizada por alguien que unos minutos antes tomaba fotos, y terminamos caminando por los pasadizos que aún surcan la ciudad en algunos asombrosos rincones (en este caso, en el fondo de un estacionamiento público, ¡perdón!, debimos decir: “junto al muro posterior de una vieja cuadra de caballos”). Esto que acabamos de narrar es lo que ocurre, tarde a tarde, noche a noche, durante el recorrido de Teatro de Calle que lleva a cabo en el centro de Mérida, Yucatán, la Compañía Teatral “Ovejas Negras” que, en estos días está participando en la edición 2014 del Festival de Teatro “Wilberto Cantón” Como se habrán dado cuenta, RMI estuvo presente en este recorrido que fue interesante y muy divertido, y tuvimos la oportunidad de charlar con Don Clemente y con Doña Andrea, ¡perdón!, debimos decir con Mary Cruz Hernández, investigadora, directora y actriz, y con César Pérez actor. Les invitamos a escuchar esta entrevista y a seguir pendientes, en nuestra página (www.imer.mx/rmi) de las actividades de esta gran fiesta del teatro yucateco.
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Muchísimas gracias por este bello reportaje, su apoyo en la difusión es muy importante para continuar con nuestra labor cultural. DE CORAZON GRACIAS!! Y LOS ESPERAMOS CON MAS POROTOS Y PATATAS PARA EL CONVENTO!!
Gracias a ustedes y ¡suerte en sus proyectos!, fue un placer estar en la bella Mérida.