Foto: Héctor García
“¿Qué se hace a la hora de morir?- se preguntaba Rosario Castellanos- ¿se vuelve la cara a la pared?, ¿se agarra por los hombros al que está cerca y oye?, ¿se echa uno a correr, como el que tiene las ropas incendiadas, para alcanzar el fin? ¿Cuál es el rito de esta ceremonia?, ¿quién vela la agonía?, ¿quién estira la sábana?, ¿quién aparta el espejo sin empañar?”
Nunca nos lo contestó. No tuvo tiempo. Porque dejó este mundo demasiado pronto, el 7 de agosto de 1974. Hoy, cuarenta años después, el aroma de sus versos permanece y sus ideas renacen con más fuerza.
Rosario Castellanos, nacida en 1925 en la Ciudad de México, es una de las figuras femeninas más importantes de nuestro país. Escritora, cultivó todos los géneros, especialmente la poesía, la narrativa y el ensayo; pero también el relato, la crítica literaria y la crónica. Fue autora de artículos de diversa índole publicados en suplementos culturales del país y el extranjero y asidua colaboradora de la página editorial del diario Excélsior
Castellanos se inició en la literatura haciendo versos y desde 1948 hasta 1957, sólo publicó poesía. Después tuvo un periodo de narradora que fue de la mano con su compromiso social. Balún Canán, su primera novela, reflejó los claroscuros de Chiapas, tuvo un éxito inmediato y gran número de traducciones. Junto con Ciudad real, su primer libro de cuentos, y Oficio de tinieblas, su segunda novela, formó la trilogía indigenista más importante de la narrativa mexicana del siglo XX.
Durante más de veinte años, Rosario Castellanos dedicó su talento y sus momentos más lúcidos a escribir una obra que la expresara de cuerpo entero y que al mismo tiempo fuera un registro del mundo y del contexto social que le tocó vivir.
Uno de sus obras más conocidas Mujer que sabe latín, consignó desde lo más profundo de su pensamiento, sus ideas sobre los derechos y la condición de las mujeres y la necesidad de reinventar la cultura femenina. Un libro que está considerado como básico dentro del feminismo mexicano, sigue siendo un espejo para todas y ha cambiado el destino de muchas.
Para su memoria, uno de sus pensamientos: “Las palabras son el único modo de alcanzar lo permanente en este mundo.”
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