Texto Yuriria Contreras
“Localidades agotadas”, el letrero cruzaba la ventanilla cerrada del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. “Localidades agotadas”. Esto significaba que el esfuerzo de promoción de las semanas anteriores fue fructífero y que cada vez hay más público interesado en la música mexicana, le música que se nutre de la tradición y que representa mucho de lo mejor, de lo más profundo y sincero que se está haciendo en nuestro país en materia de arte y cultura.
El concierto comenzó poco después de las seis de la tarde. “Son de tres”. Una tercia de agrupaciones musicales unidas por la raíz común del son jarocho.
Abrieron Los Molotes, los más jóvenes, los que desplegaron en el escenario la dotación instrumental más amplia y diversa: jaranas, guitarra, batería, saxofón, bajo, clarinete… Bella música, hermosos arreglos, una propuesta cada vez más sólida.
Después Son de Madera. Contrabajo, jarana, requinto. Pocos instrumentos pero un sonido capaz de llenarlo todo, desde el espacio de un gran teatro hasta el corazón y el ánimo los que ahí estábamos. El ritmo y la profunda sonoridad de la jarana de Tereso Vega tejen una ruta segura y emotiva para el virtuosismo del requinto de Ramón Gutiérrez. El contrabajo de Óscar afirma el papel protagónico que Aleph Castañeda le dio a este instrumento en Son de Madera. Y una grata sorpresa: las jóvenes y educadas voces de Santiago y Lucía Gutiérrez Rebolloso, voces salidas del jazz y de la convivencia cotidiana con la música jarocha, que le dieron un toque de novedad a la propuesta de anoche de Son de Madera.
Cerró Mono Blanco. Rotundo, perfecto. El grupo con cuarenta años de trayectoria sustentada en el trabajo incansable de Gilberto Gutiérrez. El sonido de la tradición que sabe encontrar la versada exacta, el timbre auténtico, la fuerza, la creatividad. Todos ellos excelentes, con una estupenda selección sones, las voces claras, las jaranas al unísono y el privilegio de escuchar el requinto y el arpa de Octavio Vega. Gilberto Gutiérrez reiteró el ánimo de esperanza que ahora nos inunda. Vienen nuevos tiempos. Buenos tiempos. ¡Qué así sea!
Finalmente todo el teatro aplaudió de pie después de una “Bamba” entonada y bailada al unísono.
Gracias Molotes, Son de Madera, Mono Blanco por su música, su alegría, su compromiso y por un concierto delicioso. Felicitaciones al trabajo de producción de Sesquiáltera Music. ¡Sigan adelante!
Gracias por esta reseña…. debió haber sido único este concierto…
Ojalá tengamos oportunidad de un breve podcast de esta Bamba !
Saludos