La canción más allá de su valor estético, puede convertirse en protesta, recordatorio, muestra de solidaridad, así la vive Almudena Rubio quien elije la calle más que los grandes escenarios. Por azares del destino la artista madrileña llegó desde Ámsterdam a México para compartir su canto. Fue un chubasco el que le dio la bienvenida cuando se presentó en la Casa Estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo junto con la guitarrista Isabelle Laudenbach.
Lo primero que conoció del país fue la particular manera de festejar el día de muertos, cantó mientras se colocaba una tradicional ofrenda. Días después entonó “volver a los 17” de Violeta Parra en el Anfiteatro del Colegio de San Ildefonso, en un concierto realizado en solidaridad con el pueblo chileno. Posteriormente volvió a presentarse ahí, pero en la Sala Orozco lo que significó para ella una experiencia enriquecedora y grata por la calidez del público.
Almudena comenzó su carrera cantando, en bares de Ámsterdam, “La llorona”. Canción que grabó después con la violinista Neske Baerwaldt retomando un fragmento de la versión de la misma canción, pero del grupo de punk madrileño Genderlexx como homenaje a todas las mujeres víctimas de feminicidio.
Entre su repertorio está presente el cancionero del músico español Chicho Sánchez Ferlosio, y el poeta Agustín García Calvo. Almudena ha sido considerada por la crítica como “juglar del alma liberada” por su manera de interpretar y su lucha musical. Después de esta primer visita a México, planea regresar. Se queda con las ganas de conocer más de este país y sus artistas.