Por: Yuriria Contreras
Te quiero por tus ojos de jacaranda en flor…
Jacaranda (bolero)
Mario Molina Montes.
Pocas flores merecen tanto la imaginación poética de un buen bolero como la jacaranda. Flor con un color que lo llena todo. Flor que anuncia contundentemente la primavera y nos pone de buen ánimo. Allá por la segunda mitad de la década de 1960 estuvo muy de moda la canción de la usamos un verso como epígrafe de esta nota. Es un bolero, lo grabaron Los Tres Ases y pronto se oyó insistentemente en la radio y en las sinfonolas.
Te quiero por bonita y por tu cara extraña
Te quiero por tus ojos de jacaranda en flor…
Esta letra tan singular se le ocurrió al poeta Mario Molina Montes y le puso música el compositor Enrique Fabregat. Lo interesante es que, según se cuenta, el motivo de inspiración fue la intrigante belleza de la actriz Elizabeth Taylor, que por aquellos años solía frecuentar las playas mexicanas de Puerto Vallarta. Sus ojos, se decía, eran de color lila o, más bien, azules con destellos violetas. Ojos de jacaranda en flor.
Si esto es verdad o es sólo leyenda no importa tanto. Lo que nos trajo a la memoria este bolero es la certeza de que la flor de jacaranda se asocia indisolublemente con la belleza. Belleza que nos inunda cada primavera porque estos árboles están presentes en los parques y camellones públicos de varias poblaciones del país, muy especialmente en la ciudad de México.
Pero, ¿qué sabemos del árbol de jacaranda? Hay cosas realmente interesantes. No es un árbol mexicano. Es originario de Sudamérica, particularmente de Brasil, de donde lo trajo a México, a principios del siglo XX, el gobernador veracruzano Teodoro Dehesa (abuelo del escritor Germán Dehesa). Su nombre podría derivar del de una población del estado brasileño de Bahía llamada Jacarancy, aunque también puede tener relación con la palabra “yacaranda” que, al parecer, es un término portugués que significa “olor fuerte”. El árbol llegó a la ciudad de México muy pronto y se utilizó para decorar los camellones de los primeros tramos de la Avenida Insurgentes. Poco a poco, fue adornando muchos otros rincones y calles de la capital. Es un árbol caducifolio (lo cual significa que en invierno pierde sus hojas) y poco antes de que comience la primavera se cubre de flores de color lila. Estas flores, que parecen pequeñas campanillas, se organizan en “inflorescencias cimosas de hasta 25 cm de largo” (esta es una expresión botánica que no somos capaces de explicar pero que, viendo las jacarandas, si nos sentimos capaces de comprender). Florea más o menos hasta el mes de mayo y luego produce unos frutos que parecen castañuelas planas de color café. En otro momento del año se cubre de un follaje denso que es un regalo de sombra y belleza. Es importante también decir que estos árboles se han adaptado muy bien a las ciudades porque toleran la contaminación e incluso ayudan a combatirla por su alta absorción del plomo suspendido en el ambiente. Para nuestra fortuna, pueden llegar a vivir hasta 100 años. No nos queda sino invitarlos a llenarse en estos días de la hermosura de las jacarandas. A fuerza de insistir tal vez logremos tener, si no lo ojos, sí una mirada “de Jacaranda en flor”.
Para celebrar la luminosidad de las jacarandas, queremos compartir con ustedes una galería de imágenes captadas por nuestro fotógrafo Enrique Rivera en distintas primaveras y en diferentes rincones de la Ciudad de México. Y también les recomendamos la lectura de los dos libros de los que obtuvimos los datos botánicos e históricos de esta nota: “Guía de árboles y arbustos de la zona metropolitana de la Ciudad de México” de Luis M. Rodríguez y Eréndira Cohen y “Los árboles de la ciudad de México” de Lorena Martínez y Alicia Chacalo. Ambos editados por la UAM.

Fotografías: Enrique Rivera.