Texto por Cecilia Kühne Peimbert
En el estado de Michoacán, a sólo 30 minutos de la ciudad de Morelia, se encuentra la población de Acuitzio, nombre que, en lengua purépecha significa “lugar de culebras”. Es una población antigua y de gran tradición que actualmente es conocida como Acuitzio del Canje. Este nombre singular, recuerda un acontecimiento histórico de enorme importancia ocurrido durante la intervención francesa a México: el canje de prisioneros entre las fuerzas de ocupación y los defensores republicanos, que salvó la vida de muchos soldados y que significó un importante triunfo diplomático para la causa mexicana. Les invitamos a conocer los detalles de este gran acontecimiento del que se está cumpliendo un aniversario más.
Conmemorar el Canje de Prisioneros de Acuitzio, significa festejar un acto heroico, un acto de nobleza y humanismo que salvó la vida a 452 prisioneros mexicanos y belgas en plena Guerra de la Intervención Francesa.
El 5 de diciembre de 1865 tuvo lugar uno de los acontecimientos más trascendentes en la historia de la diplomacia mexicana. En el poblado de Acuitzio, Michoacán, militares mexicanos -liberales y republicanos- y el ejército francés de ocupación que sostenía el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, llegaron a un acuerdo histórico y dieron una notable muestra de civilidad, respeto a los derechos humanos e inteligencia mucho más ética que estratégica. Aunque se tratara de dos bandos enemigos.
Eran momentos difíciles y de rudos enfrentamientos. Las batallas ideológicas, políticas y militares se sucedían una tras otra. El Segundo Imperio contra la República de Juárez, una lucha que todavía tardaría un par de años en decidirse.
El ejército francés había llegado a Michoacán en noviembre de 1863 y las batallas habían cobrando una cuota muy alta de muertos y prisioneros. El Presidente Juárez mantenía un gobierno itinerante, defendiendo a la República en cada etapa del camino. Llevaba en su travesía a muchos hombres de confianza y otros mantenían la defensa militar contra el ejército de ocupación en diferentes puntos del territorio. Uno de ellos fue el General Vicente Riva Palacio.
Después de la Guerra de Reforma, Riva Palacio, nieto de Vicente Guerrero, fue nombrado diputado al Congreso para el periodo de 1861 a 1862. Tenía gran talento para las letras y en la tribuna se reveló como liberal puro. Pero su vida de éxito intelectual se detuvo por un momento. Al iniciarse, en 1862, la intervención francesa, el presidente Juárez le concedió permiso de levantar una guerrilla que luchara en favor de la República. Aquella “guerrilla”, al principio una caterva de hombres sin pertrechos, armas y disciplina, creció, se organizó bajo las órdenes de Riva Palacio y acabó llamándose Ejército Republicano del Centro.
En 1865 la situación para la lucha republicana era difícil. El 3 de octubre de aquel año Maximiliano había publicado una proclama con una muy dura y terrible ley marcial que condenaba a la pena capital a todos aquellos que fueran hechos prisioneros luchando a favor de la causa del Presidente Juárez, no sólo con las armas, sino con la palabra, con opiniones o con apoyo económico.
Las primeras víctimas de tal disposición fueron los generales José María Arteaga y Carlos Salazar compañeros y amigos de Riva Palacio. Pero el antecedente de un combate particularmente violento en Tacámbaro, y el hecho de haber hecho prisioneros a muchos soldados belgas, pusieron al ejército francés en esa zona en igualdad de circunstancias con las bajas y las pérdidas del Ejército Republicano.
Vicente Riva Palacio se dio cuenta de ello y tomó la iniciativa, justo dos días después de expedida aquella ley, para que los soldados belgas que estaban en su poder fueran canjeados por prisioneros republicanos.
Durante las negociaciones, Riva Palacio se rehusó a tratar con Maximiliano, poniendo así de manifiesto su absoluto rechazo a la legitimidad de su Imperio, e hizo los arreglos directamente con Aquiles Bazaine, general en jefe del Ejército Expedicionario Francés.
El canje fue equitativo y honroso para ambas partes. Se salvaron cientos de vidas y se sentó un precedente en cuanto a la diplomacia y el respeto a los derechos humanos.
Al lograr el canje Riva Palacio logró también el respeto para las fuerzas que él comandaba: el Ejército Republicano del Centro tuvo que ser reconocido por el enemigo como una fuerza beligerante, sujeta al derecho de la Guerra (de ninguna manera una simple guerrilla). El intercambio de prisioneros, que finalmente se llevó a cabo el día 5 de diciembre de 1865 en Acuitzio, Michoacán, suspendió por unos días la violencia de la guerra y significó un triunfo para la diplomacia con la protección de la vida de más de 400 hombres de ambos bandos.
En el año 1901 el Congreso del estado de Michoacán decidió que, en recuerdo de este singular acontecimiento, la población llevara el nombre de Acuitzio del Canje, con el que es conocida en la actualidad.