Y Juárez sigue vivo en la memoria…

La noche del 18 de julio de 1872, el presidente de la República, Benito Juárez, murió en sus habitaciones de Palacio Nacional. Su aposento era sencillo, como lo dictaba la austeridad republicana que parecía haber inventado el mismo. Acosado por un mal cardiaco, que muchos describieron como angina de pecho, Juárez se fue de este mundo pasadas las once de la noche. El médico lo había reanimado dos veces aplicándole fomentos de agua hirviendo pero su corazón, finalmente se rindió. El que en vida fuera nombrado Benemérito de las Américas, entró a la posteridad y se convirtió en leyenda.
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