By Ricardo Álvarez
Las noches no tienen fin si hay un buen soundtrack de por medio. La oscuridad dura una eternidad si hay buenos ritmos en los parlantes. Si el encargado de poner la música mantiene un ritmo que no deja caer la noche al fondo de la nostalgia, seguramente, la velada llegará hasta el amanecer. Muy pocos lo logran. Quien consigue gran hazaña, es un verdadero ganador. Poco reconocido, por cierto.
Lo mismo sucede en un disco, el creador se convierte un campeón cuando logra una pieza redonda, una de esas piezas que por nada piensas en quitar. Creo que por eso los discos tienen forma circular. Bueno, sinceramente ya no hablamos de discos, hoy hablamos de música acumulada en un dispositivo que nos acompaña a todas partes. Una biblioteca musical que no vemos, sólo escuchamos. Lo mismo da cuando la intensión es dejarnos llevar por la música.
El sonido de esta semana sabe a R&B, jazz y soul con olor a California. Un platillo fuerte para los oídos. Pieza construida con 11 temas que describen la esencia del músico. El álbum no necesita nombre, basta con mencionar Nick Waterhouse y los músicos que lo han acompañado en el estudio para saber que estamos frente a una buena cena. Bart Davenport, el colaborador de Flying Lotus, Andrés Rentería, el flautista Ricky Washington (padre de Kamasi Washington), la saxofonista Paula Henderson y Mando Dorame fueron los músicos de sesión en el Electro-Vox Recorders de Los Ángeles.
Un material magnífico para acompañar la velada. El soundtrack perfecto es una noche perfecta. Cualquiera de las canciones de este álbum son éxito seguro para salvar la decadencia nocturna. El héroe salva vidas de diferentes maneras. Puede que el próximo salve varias con el ritmo de una canción de Nick Waterhouse, o mejor dicho, Waterhouse ya nos ha salvado con este álbum.
La noche esta cayendo, quedan escasos minutos para que el primer rayo de sol sorprenda a los cuerpos cansados, tumbados en los sillones, en el suelo, en las escaleras y en el jardín. Un cuerpo camina con valor al lugar donde se encuentra la consola de audio, suena una balada lenta. Teclea como puede “Wreck the Rod”. Baila con la salida del sol. Todo vuelve a iniciar.