
Basamento piramidal.
Chalcatzingo es una zona arqueológica muy peculiar que está ubicada en el oriente del estado de Morelos. Decimos que es peculiar por varias razones: por su antigüedad, porque se trata de una zona con hallazgos de características olmecas (en una región muy lejana al Golfo de México que es la que normalmente se asocia con lo olmeca), porque es un sitio arqueológico sin grandes edificios y porque visitarlo nos lleva, no sólo al conocimiento del pasado prehispánico, sino también al disfrute del paisaje y de la naturaleza.

Petrograbado llamado “El Rey” o “El dador del agua”.
El descubrimiento de Chalcatzingo se dio, como muchos otros hallazgos arqueológicos, de una manera un tanto casual. En el año 1934 la famosa arqueóloga Eulalia Guzmán debió trasladarse a la, entonces poco accesible, aldea de Chalcatzingo, cercana a Jonacatepec, Morelos, a partir del aviso de unos campesinos que, después de una tromba, habían descubierto un hermoso relieve tallado sobre la piedra en la ladera de un cerro. Este relieve representaba la imagen de un personaje sentado sobre un trono, dentro de una caverna, el cual cargaba una suerte de caja de la que parecían salir volutas que formaban nubes. Los lugareños comenzaron a llamar a este personaje “El Rey” y la arqueóloga pudo determinar que se trataba de restos muy antiguos. También llamaba la atención la ubicación del hallazgo, ya que estaba tallado en la pared rocosa de un cerro (El Chalcatzingo) que está pegado a otro llamado “Cerro Delgado”, formando una especie de isla de roca en medio del gran valle de Amatzinac y abiertos a una vista excepcional del volcán Popocatépetl. Poco tiempo después, el pintor y arqueólogo Miguel Covarrubias descubrió que las esculturas de Chalcatzingo tenían rasgos muy semejantes a las de algunas piezas olmecas de la zona del Golfo de México.
Con el paso de los años las investigaciones en Chalcatzingo han continuado y, poco a poco, han ido quedando al descubierto otros relieves de gran belleza. Actualmente el personaje llamado “El Rey” ha sido bautizado por los arqueólogos como “El Dador del Agua” y sus características han permitido investigar algunos mitos muy importantes del pensamiento de los antiguos habitantes de Mesoamérica relacionados con el culto a los cerros y la relación que atribuían a éstos con la formación de las nubes y la lluvia.

El sitio arqueológico y el valle.
Visitar Chalcatzingo es una bella experiencia. El recorrido a través de la ladera del cerro nos lleva a encontrar, de tramo en tramo, los diversos petrograbados y a admirar su gran belleza y además nos permite apreciar un paisaje sin igual en el que todo sorprende y cautiva. Si el día está despejado la vista del Popocatépetl es otro de los ingredientes que pueden hacer de esta visita algo inolvidable. En la parte baja, cobijados por los dos cerros, hay algunos vestigios de menor antigüedad, con un basamento piramidal y los restos de una cancha de juego de pelota. Les recomendamos ampliamente este sitio arqueológico y les sugerimos acompañarlo por un recorrido de la región oriental del estado de Morelos.
Actualmente la llegada al sitio arqueológico de Chalcatzingo es muy sencilla: se debe tomar, desde Cuautla, la autopista hacia Izúcar de Matamoros y a 20 km se encuentra la desviación hacia Jonacatepec. Pronto se llega al poblado de Chalcatzingo en el que hay letreros que indican la ruta hacia el sitio arqueológico. La entrada tiene un costo determinado por el INAH con las exenciones habituales a estudiantes, niños y personas de la tercera edad.
Galería
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- Petrograbado llamado “El Rey” o “El dador del agua”.
- Vista del Valle de Amatzinac desde el sitio donde está “El dador del agua”.
- Raíces de un árbol de amate en la ladera del cerro.
- Petrograbado.
- Petrograbado con tres jaguares.
- Cancha de juego de pelota.
- Vista del Popocatépetl desde Chalcatzingo.
- El sitio arqueológico y el valle.
- Vista del Popocatépetl desde Chalcatzingo.
- Basamento piramidal.
- El cerro y la pirámide.