Por Mario Leyva Escalante
“Desde el país oscuro de los hombres
he venido, a mirarte, de rodillas.
Alta, desnuda, única.
Poesía…”
La brillante poeta y narradora mexicana Rosario Castellanos, nació el 25 de mayodel año 1925 en la Ciudad de México, aunque ella se consideraba chiapaneca ya que vivió los primeros años de su vida en la ciudad de Comitán, Chiapas, de donde era originaria su familia. Fue, sin duda, una de las escritoras mexicanas más reconocidas a nivel internacional en el siglo XX. Estudió la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, titulándose además en Filosofía en 1950. Se trasladó a la Ciudad de Madrid para complementar su formación tomando cursos de Estética y Estilística.
Colaboró en Chiapas en el Instituto Nacional Indigenista, al igual que en la Ciudad de México. Ingresó como académica en la UNAM donde impartió las cátedras de Filosofía y Literatura. Dio clases también en la Universidad Iberoamericana y en las universidades norteamericanas de Wisconsin, Colorado e Indiana. Fue también secretaria del Pen Club de México. Su maestro, el notable escritor Efrén Hernández, le publicó sus primeros trabajos en América Revista Antológica.
Entre 1948 y 1957 se dedicó a escribir poesía. Publicó, entre otros, los libros “Trayectoria del polvo” en 1948, “Lívida Luz” en 1960 y su antología “Poesía no eres tú”. Su preocupación por la situación chiapaneca se refleja en las estupendas novelas “Balún Canán”, de 1957 y “Oficio de Tinieblas” escrita en 1962, además del libro de relatos “Ciudad Real” publicado en 1960. Escribió también obras de teatro como “Tablero de Damas” y “El eterno femenino”, ensayos como “Mujer que sabe latín”, sobre el concepto de lo femenino; “El uso de la palabra” de 1974 y “El mar y sus pescaditos” en 1975.
En 1971 fue nombrada embajadora de nuestro país en Israel donde impartió clases en la Universidad Hebrea de Jerusalén hasta su muerte, ocurrida el 7 de agosto de 1974 en Tel Aviv, a consecuencia de una descarga eléctrica provocada por una lámpara cuando salía de bañarse.
La muerte de la destacada escritora ensombreció el panorama cultural de nuestro país y repercutió en el resto del mundo. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres, desde el 9 de agosto de 1974.