El ahuehuete es un símbolo nacional, un testigo de la historia de México que va desde la época prehispánica hasta la actualidad. Se le dio la etiqueta de “árbol de México” en 1921 por el festejo del cien aniversario de la Independencia Mexicana en una votación popular donde también se encontraba el liquidámbar y la ceiba.
Su nombre viene del náhuatl “Ahuehuetl” que significa “viejo del agua” aunque existen otros significados como “Tambor de agua”. Esta relación con el agua se deriva por la ubicación donde crecen estos árboles, los cuales normalmente se dan en las orillas de ríos, manantiales y lagos.
Es de dimensiones colosales, llega a tener en promedio de 30 a 40 metros de altura y 31 metros de perímetro. Es conocido por su larga longevidad además de sus gruesos troncos y frondosas ramas. Sí bien se le reconoce como algo muy mexicano, este árbol también se encuentra en el sur de los Estados Unidos y en Guatemala.
Se tiene conocimiento de la existencia del ahuehuete en 25 de los 32 estados de la república, algunos de ellos son icónicos porque fueron testigos de episodios históricos de nuestra nación y otros más por sus características. ¿Quieres conocer algunos muy famosos y hasta queridos?
El árbol del Tule en Oaxaca es sin duda el más conocido, se ubica en el poblado de Santa María del Tule no muy lejos del centro de Oaxaca (12 km). Este ahuehuete tiene el tronco más grande del mundo con casi 44 metros de circunferencia, es tan enorme que se necesitan 30 personas tomadas de la mano para rodear al majestuoso árbol. Otra característica por la cual es reconocido es por las diversas figuras que se forman en el tronco, desde un león, un cocodrilo y hasta un elefante. Finalmente, se dice que tiene más de 2 mil años de existencia.
El árbol de la noche triste, actualmente sólo cuenta con la base del tronco ya que sufrió dos incendios, uno en 1972 y otro en 1981, el cual consumió sus ramificaciones. Este ahuehuete fue testigo del fracaso de las tropas españolas comandadas por Hernán Cortés ante los aztecas la noche del 30 de junio de 1520.
Ante la pérdida de más de medio ejército se dice que Cortés se recostó bajo aquel árbol a llorar de impotencia por la derrota. Se ubica sobre la Calzada México-Tacuba en la Ciudad de México.
Por último en Oculián de Arteaga en el Estado de México se encuentra el Ahuehuete de Chalma. Rodeado por un santuario y un paisaje natural, al pie del árbol está el manantial que lo nutre y este se considera una parada obligada para los miles de peregrinos que visitan al Señor de Chalma. Durante su paso los feligreses se lavan, bailan y adornan su cabeza con coronas de flores que posteriormente dejan de ofrenda en el templo. La razón de su devoción al Señor de Chalma es que se cree que hace milagros y protege a quienes lo visitan y a sus seres queridos. De esta tradición se deriva la frase coloquial “Ni yendo a bailar a Chalma”.
Así es como el ahuehuete por su longevidad y particularidades además de su importancia dentro de la historia se convierte en un símbolo nacional y un reflejo de nuestras tradiciones.