“Arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria”. —SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN
Plan de San Luis, 5 de octubre de 1910
El 20 de Noviembre de 1910 es la fecha simbólica en que comenzó una nueva parte de nuestra historia. Casi a la par del siglo XX, la modernidad, la urgencia de otras estructuras políticas y nuevas formas de gobierno empezarían a conformar la vida política y social de México. Durante el gobierno de Porfirio Díaz fueron evidentes ilegalidades y malas prácticas: el nulo respeto al voto, la indigencia de obreros y campesinos, una inequitativa distribución de la riqueza y leyes que no aliviaban la injusticia.
En 1910 el descontento era general. Muchos habían trabajado ya, desde diferentes trincheras e ideologías, para provocar un cambio. En 1906, por ejemplo, los hermanos Flores Magón, dieron a conocer el Programa del Partido Liberal y el Manifiesto a la Nación, en donde exigían la libertad de sufragio, impedir la reelección continua, el establecimiento de una educación completamente laica, jornadas de trabajo de 8 horas como máximo, la abolición de la pena de muerte y castigos ejemplares a los funcionarios públicos que cometieran delitos. El periódico magonista Regeneración fue una de las voces más importantes que antecedieron al movimiento social que se avecinaba.
En 1908 en entrevista con el periodista norteamericano James Creelman, el presidente Porfirio Díaz declaró: “si surgiera un partido opositor, le miraría yo como una bendición y no como un mal, y si ese partido desarrollara poder, no para explotar, sino para dirigir, yo lo acogería, le apoyaría, le aconsejaría y me consagraría a la inauguración feliz de un gobierno completamente democrático”.
Sin embargo, durante el proceso electoral de 1910, en el que un fuerte partido de oposición con Francisco I. Madero como candidato a la Presidencia, se presentó como fuerte contendiente, Díaz optó por el camino del fraude y el Congreso lo declaró nuevamente presidente de la República. En respuesta, Madero (exiliado en Estados Unidos) lanzó un Manifiesto a la Nación al que conocemos como el plan de San Luis Potosí. En él declaraba nulas las elecciones para presidente y vicepresidente de la República, también las de los magistrados de la Suprema Corte y diputados y senadores. Desconocía al gobierno de Díaz y lo acusaba de cometer y apoyar el fraude electoral más terrible de la historia de México. El Plan declaraba como Ley Suprema el principio de No Reelección y exigía respeto al voto. Y, sobre todo, exhortaba a la población diciendo: “el día 20 de Noviembre desde las seis de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la República tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente gobiernan…”.
El 20 de noviembre de 1910 sólo hubo algunos tímidos levantamientos, pero poco a poco la llama de la rebelión comenzó a cundir por todo el país y fueron muchos los que se unieron a la causa. Pero es importante recordar a aquellos que atendieron el llamado de Madero e iniciaron la lucha en aquel legendario 20 de noviembre, hombres de los que queda poca memoria, no fueron caudillos pero comulgaban con las ideas de Madero lo siguieron y contribuyeron con su fuerza y sus armas. En Chihuahua, estuvieron José de la Cruz Blanco, Ignacio Valenzuela; José Perfecto Lomelí, Guillermo Vaca, Pedro T. Gómez y Maclovio Herrera. En Veracruz se levantaron Daniel Rodríguez Julio Granados y Rafael Tapia, huelguistas de Río Blanco; en San Luis Potosí Rafael Cepeda y en Durango, Orestes Pereyra y José Agustín Castro. Así comenzó el primer movimiento social del Siglo XX. Se adelantó incluso a la Revolución Rusa y comenzó a tejer realidades y leyendas que todavía hoy se recuerdan y se celebran cada año, el 20 de noviembre.
Cecilia Kühne Peimbert