Bueno, pues un estudio canadiense, revela que rodearse de esas “amigas flacas” podría hacernos engordar a nosotros.
Los autores de dicho estudio hallaron que cuando les pidieron a estudiantes universitarias que vieran una película mientras comían golosinas con una amiga delgada y con otra con sobrepeso. Al final, las estudiantes tendían a imitar a la amiga delgada cuando se excedía con la comida. En cambio, las participantes se autocontrolaron más cuando compartieron la película con una amiga gordita que también se excedía con la comida.
Los resultados de este estudio sugieren que mirar a una amiga delgada devorar una comida abundante nos otorga un permiso implícito a imitarla. Pensamos inconscientemente que ‘si ella puede comer así y seguir delgada, también nosotros podemos hacerlo’. En otras palabras, la persona más peligrosa para compartir una comida no es la obesa, sino la amiga delgada.
Pero estos resultados no significan que tenemos que cancelar todas las próximas salidas a comer con nuestras amigas flaquitas, no. Si pensamos antes lo que estamos haciendo, seremos menos propensos a comer en exceso.
En lugar de mirar a un amigo delgado que devora un postre y sentir el permiso para hacerlo, deberíamos recordarnos que todos somos distintos y tenemos metabolismos y hábitos físicos diferentes. Lo mejor es concentrarse en el objetivo personal de comer saludablemente, en lugar de imitar automáticamente a un amigo.
Pero pues mientras son peras o manzanas, me van a disculpar las flaquitas, pero ya no voy a comer con ellas.