No, los spinners, no son las bicicletas que hay en los gimnasios, eso es “spinning”, y no es muy popular.
Si a usted no le suena el nombre spinner, no se preocupe, estoy segurísimo que los conoce.
Los spinner son aquellos juguetes que dan vueltas como un ventilador y que los niños están usando por todas partes. A simple vista, lo único que hacen es girar a gran velocidad, pero resulta ser muy atractivo entre los niños y adolescentes. Y pese a que los venden hasta en los semáforos, su creadora, Catherine Hettinger, está en bancarrota. ¿Cómo es posible? Ahí le va la historia.
La primera patente fue creada por CATHERINE HETTINGER, una ingeniera estadounidense, en 1993. Catherine padecía una enfermedad que provoca debilidad muscular, por lo tanto, no era capaz de jugar con su hija. Entonces, creó el spinner, para que su niña pudiera entretenerse y ella descansar.
La mujer fabricó 2 mil copias y las vendió en las ferias de artesanías de Florida. En 1997, la ingeniera viajó a Washington y registró la patente del spinner. Creía que su invento le iba a dar de comer el resto de su vida, hasta que años más tarde, y después de hacer múltiples pruebas, la juguetería que lo había comprado decidió ya no producirlo.
Por ocho años, Hettinger tuvo la patente del spinner, pero en 2004, cuando llegó la hora de renovar la licencia, la ingeniera no tenía los 400 dólares que costaba el trámite y simplemente dejó perder la patente, sin pensar que en el 2017, el sppiner, ahora en manos de otra persona, vendería miles de millones de unidades y se pondría de moda entre los niños y adultos.
¿Se imagina perder un negocio millonario por no poder pagar solo 400 dólares?
Es increible que por no pagar una reinscripcion se hayan ido ventas