Todos lo hemos dicho o escuchado en alguna ocasión aquella frase típica de que los bebés vienen de París y los trae una cigüeña. Una respuesta que se da a los más pequeños cuando se interesan por saber de dónde vienen los niños.
¿Pero quién fue al que se le ocurrió decir que los bebés venían de París y los traía un ave?
En realidad, esta recurrente contestación, es una mezcla de diferentes historias, cuentos y leyendas.
Lo primero que debemos hacer es separar cigüeña y París, ya que ambas cosas se explicaban por separado y con el tiempo acabaron unificadas y explicándose en la misma historia.
Por un lado, tenemos la milenaria creencia de muchas culturas que veía a las cigüeñas como un ave sagrada y que traía suerte y prosperidad. Nuestros antepasados se dieron cuenta de que con la entrada de la primavera regresaban las cigüeñas de su migración y con ellas traían los días de más luz y calor, época en la que era tradición celebrar los enlaces matrimoniales por aquel entonces y que, tras la noche de bodas, muchas esposas quedaban embarazadas. También se fijaron que una de las principales cosas que hacían las cigüeñas, tras su regreso, era hacer su nido en el punto más alto que encontraban.
Todo ello hizo que con el tiempo se tuviera el convencimiento de que el regreso de las cigüeñas y noticia de la llegada de un bebé estuviesen relacionas.
Ahora, sobre la creencia de que los niños vienen de París, la costumbre surgió a partir de la segunda mitad del siglo 19, ya que muchas parejas de recién casados elegían la capital francesa para irse de luna de miel, y París se convirtió en el principal destino de los recién casados, de hecho, de ahí que se le denomine ‘la ciudad del amor’.
Muchos eran las recién casadas que regresaban habiendo quedado embarazadas, por lo que rápidamente surgió el dicho de que ‘traían un bebé de París’.
Con el tiempo, la cigüeña y París se mezclaron y por eso cuando los más pequeños de la casa preguntan de dónde vienen los bebes, se dice que vienen de París y los trae cargando una cigüeña.