De seguro usted conoce o ha dicho la frase “mano negra” para referirse a hacer algo con alevosía, ventaja engaño o trampa. ¿Pero sabe cual es el origen de esta expresión?
Pues todo tiene que ver con “las canicas”.
Este juego es un clásico en todo el mundo y se juega desde la época egipcia. Llegó a México en el periodo colonial, y desde entonces, numerosas generaciones de niños se han divertido ganando o perdiendo canicas.
El origen de la palabra canica proviene del término alemán: knicher. En Sudamérica se conocen como bolitas y aquí en México se les llama: cuirias o cuicas.
Las canicas se clasifican de acuerdo con el material de su elaboración, su tamaño y sus características. Pueden ser de barro, de piedra o de vidrio. Entre los jugadores era muy apreciado el tirito o ponche, que por ser de vidrio más sólido podía cascar o romper a las demás.
También estaba “El perico”; una canica blanca con líneas onduladas de colores que asemejan el plumaje de esa ave. Por otro lado están “Las agüitas” que destacaban por su valor y su belleza con tenues líneas de color dentro de la esfera transparente. Otro tipo de canica muy apreciado era el diablito de color rojo, que muy pocos jugadores podían poseer.
El terreno de juego debía ser de preferencia plano, sobre tierra compactada y en espacios abiertos. La mano que iba a tirar debía permanecer firmemente en la tierra, aunque también se podía tirar estando el jugador de pie. Las maneras más comunes de tirar eran de huesito y de uñita. De esta forma de tirar nació el término “mano negra”, y es que había unos “vivillos” que durante el juego se llenaban la mano de grasa de carro, para poder tirar la canica con mayor precisión y velocidad. Por eso los jugadores dejaban claro desde el principio que “NO SE VALIA MANO NEGRA” es decir; que estaba prohibido engrasarse la mano para tirar más fuerte.
Al calor del juego fue como nació “mano negra” como sinónimo de “tranza” o “agandalle” tomar ventaja deslealmente.