Este es un síndrome muy interesante y muy raro… vamos a pensar una situación hipotética… imagina que algún familiar es secuestrado junto con otras personas, como parte de un robo o asalto. No sabes cómo está, ni quién lo tiene, sólo sabe dónde está. Y asaltante está pidiendo cosas y dinero a cambio de los rehenes. Pasan 2 semanas y media, y los policías al fin encuentran dónde están, así que intentan atrapar al sujeto. Pero ¿qué crees? Los rehenes lo defienden y no dejan que los policías lo arresten. ¡Así es! Las víctimas defienden al abusador. ¡A la persona que los ha tenido encerrados por medio mes!
Cuando logran rescatar a los rehenes, su familiar entre ellos, le pregunta por qué defendió al asaltante, y le contesta: “¿sabes? Confiaba más en el secuestrador que en los policías. De hecho, me encantaría volver a verlo…” ¡¿Qué?! Pero ¿cómo? Bueno, esto se llama Síndrome de Estocolmo.
El 23 de agosto de 1973, Jan Erik Olson intentó asaltar un banco de Estocolmo en Suecia. Cuando la policía lo acorraló, tomó cuatro rehenes a los cuales amenazó con matarlos. Sin embargo, los rehenes acabaron protegiendo a su captor y afirmando que de quienes temían era a la policía.
El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro desarrolla un fuerte vínculo afectivo con su captor. Esto se debe a que el prisionero malinterpreta la falta de violencia por parte del secuestrador como un acto de humanidad.
Las víctimas que experimentan este síndrome demuestran dos tipos de actitudes. Por una parte, tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores, mientras por otra, muestran miedo e ira contra las autoridades. Asimismo, los propios secuestradores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes.
Las causas que pueden provocar el origen de este trastorno no son más que el interés mutuo por salir ilesos de una situación conflictiva, como sería un secuestro en un banco. Por tanto, secuestrador y secuestrado cooperan.