En la escuela hemos aprendido que el agua es incolora, inodora e insípida. Sin embargo, esta primera característica no es del todo cierta.
Si vemos un poco de agua en un vaso transparente, ningún color se revelará, pero si miramos una enorme cantidad de agua, como en el mar, podremos percatarnos que el agua es azul.
La explicación más común es que el color del mar se debe al reflejo del cielo, ¿pero qué pasa si el cielo está nublado?, ¿el mar tiende a un color blanquizco? Es evidente que la superficie del océano refleja el cielo, pero ésta no es la principal causa para que se vea azul.
La realidad es que cuando la luz natural blanca del sol atraviesa el agua, ésta absorbe las radiaciones correspondientes al rojo y como su complemento es el azul, es el color reflejado, pero es tan tenue que en pequeñas cantidades no se aprecia ante el ojo humano.
Por tal motivo, es necesario una gran cantidad de agua para poder observar su coloración: a mayor volumen de agua, más cantidad de absorción y más azul se vería. Además, entre más nos adentremos a la profundidad del mar, también será más pronunciado el azul.
Y para comprobar lo dicho, basta con mirar una imagen satelital, donde se observa el mar azul cuando el cielo ni siquiera puede ser visto.