Posiblemente en alguna de esas noches de insomnio en la que no ha podido conciliar el sueño, ha intentado contar ovejas, y de seguro no le funcionó.
El origen de esta creencia es algo incierto, pero casi todas las fuentes apuntan a un antiguo cuento que se contaba a los niños al acostarlos y que tenía una estructura repetitiva y sin fin. Siempre pasaba algo que hacía que el cuento fuera inacabable y cuyo final era inventado por la persona que lo contaba en el momento que veía que el pequeño ya se había dormido.
Este cuento sin fin, narra la historia de un pastor que tenía un rebaño de muchísimas ovejas y debía pasarlas al otro lado del río a través de un estrecho puente. Cada oveja iba pasando de una en una y el pastor debía contarlas, para asegurarse que habían pasado todas. Eran tantas, que, en el transcurso de ese tiempo, mientras el adulto lo relataba, el niño se dormía.
Es por eso que se tiene la idea de que contar borregos nos ayudará a dormir, aunque en realidad contar ovejas no sirve de nada.