La expresión ‘A calzón quitado’ se utiliza para indicar que algo se hace o dice sin tapujos ni engaños, sin ocultar nada. Hablar a calzón quitado es decir la mera neta, la verdad sin filtros, directo al grano.
Bueno, ¿de donde viene y por qué la seguimos repitiendo?
Pues este dicho se remonta a los tiempos donde la letra entraba con sangre… a principios de 1930 en las escuelas de Latinoamérica.
Resulta que cuando un chamaco en aquellos tiempos cometía alguna falta en contra del reglamento del colegio, hacía alguna travesura o de plano era un dolor de cabeza para el profesor y sus compañeros, era enviado a la dirección donde el director hablaba con el niño “a calzón quitado”. Pero este “calzón quitado” era muy literal, pues a manera castigo, el profesor lo hacía bajarse los pantalones y calzoncillos, confesar la verdad y le daba un par de reglazos en los glúteos con una pesada regla de madera. (Ándele, así como lo hacía la maestra Canuta)
Esta práctica era bastante común y seguro nuestros papás o abuelos pudieron haberla experimentado.
Así, cada vez que un chico confesaba haber pasado por dirección, todos entendían lo que había ocurrido y el castigo dado. Había hablado a calzón quitado con el director y le había confesado la verdad.
Pero esta práctica no era exclusiva de los maestros y la escuela, no, también era ejercida por los padres, quienes así sacaban la verdad a sus hijos.
Con el tiempo, se omitió el castigo físico y se quedó “hablar a calzón quitado” como sinónimo de hablar con la verdad y decir las cosas como son, sin medias tintas y sin tapujos.
¿Y a usted, le tocó hablar con sus profesores a calzón quitado?