Después de la Navidad y sus grasosos y suculentos antojitos, la fecha que esperamos con ansias los mexicanos es el Día de Reyes… la razón: la llegada de la amada y temida rosca.
Por eso y antes de que arrase con todas las roscas que en el trabajo o en su casa le pongan en frente, le contaré algunos datos curiosos sobre este pan.
Esta es una tradición de origen palestino, quienes acostumbraban comer una rosca similar durante Navidad. La costumbre llegó a Grecia y más tarde a Roma, donde se consumía para celebrar las fiestas a Saturno.
La forma e ingredientes de la rosca se han mantenido iguales desde hace siglos, lo único que ha cambiado es el interior. Los romanos tenían la costumbre de esconder habas dentro del pan, más tarde los griegos cambiaron las habas por monedas y aquel que le tocara la moneda, se podía convertir en rey por un día, si el afortunado en encontrarla era un esclavo, automáticamente obtenía su libertad.
En el siglo IV la Iglesia institucionalizó el día de Reyes en Occidente cristianizando estos festejos paganos superponiendo la fecha del nacimiento de Cristo al solsticio de invierno.
En la actualidad, la rosca y sus elementos tienen un significado: el pan representa una corona, la cual se adorna con frutos secos y cristalizados de colores simulando las joyas que estaban incrustadas en las coronas de los Reyes Magos. Los muñecos escondidos en la rosca representan el momento en que María y José ocultaron a su hijo de Herodes para evitar que fuera asesinado.
Al cortar una rebanada de rosca, el cuchillo simboliza el peligro en el que se halla el niño. La persona que tiene la suerte o desgracia de encontrar la figurilla al cortar el pan, es, según la costumbre, anfitrión de otra celebración: “el día de la Candelaria”.
Como muchas otras tradiciones, la costumbre de partir la rosca de Reyes es una fusión de diversas culturas a través del tiempo, que llegó a México durante la Colonia.
Como dato curioso, en México se venden alrededor de 4 millones de roscas cada temporada.