¿Cómo se vivía en México en la primera mitad del siglo XIX? ¿Cómo eran las costumbres? ¿Cómo se organizaba la vida, cómo se compraban y vendían los alimentos? ¿Cómo trabajaba un aguador, un carnicero, un vendedor de dulces, un marchante de pollos? Muchas de estas cosas podemos saberlas e incluso verlas hoy en día gracias al trabajo de un artista italiano que vivió en nuestro país entre 1826 y 1832. Él se llamaba Claudio Linati y fue el introductor en México de la técnica de la litografía, un sistema muy novedoso para su época, que permitía una mejor y más rápida reproducción de las imágenes. Valiéndose de ella publicó un libro titulado “Trajes civiles, religiosos y militares de México”, en el que presentó una serie de láminas acompañadas por sus propias observaciones y descripciones.
Les invitamos a conocer algunas de estas imágenes y fragmentos de estos textos, que hemos tomado de la cuidadísima y bella edición que sobre esta obra hizo, en 1993, la editorial de Inversora Bursátil SA de CV. La traducción de los textos (escritos originalmente en francés) es del poeta David Huerta. Elegimos algunos textos e imágenes relacionados con los mercados y el comercio ambulante en la ciudad de México.
Algunas escenas de “Trajes civiles, religiosos y militares de México” de Claudio Linati.
“Es difícil de ver un cuadro más animado que el que ofrece un mercado de México. La ciudad no es rica en tiendas; la mayor parte de las cosas necesarias para la vida, alimentos, frutos, prendas de vestir, calzado y demás, son traídas diariamente por los indígenas de los alrededores y mostradas en el mercado o paseadas en los lugares públicos. Estos mercados se parecen mucho a los bazares de Oriente. Las mujeres, sentadas o acuclilladas ante sus mercancías, invitan a los transeúntes a hacer sus compras. Aquí se ve a la vendedora de calzado, a su lado a la de tijeras; más allá, a un revendedor de pañuelos junto a una florista. Loza, cristalería, telas, carnes, legumbres, mantequilla, grasa: todo se encuentra en santo desorden en un recinto cerrado. En medio de este laberinto de gentes, de bancas, de diversas mercancías, circulan los revendedores de cigarros, de yesca, de rosarios, de dulces, de patos y de cabezas asadas de cordero; pero el que se destaca sobre todos es el indio cargado de odres llenos de aire, para guardar el pulque o el vino. En ocasiones, cuando su cabeza queda oculta en el enorme volumen que lo rodea, se diría que es algún animal deforme que recorre las calles y se abre paso entre la multitud”.
Carnicero Mexicano
“Si se quisiera personificar la pereza y la suciedad, no se escogería un modelo mejor que un muchacho carnicero de México, que lleva la carne a sus clientes. Ya que las calles de la capital son largas, derechas, horizontales y están bien pavimentadas, el uso de caballos, carruajes y mulas se aplica a las menores necesidades de la vida, más quizá que en ninguna otra ciudad de continente, lo que prueba que los mexicanos tienen una decidida predilección por servirse de otras piernas que no sean las suyas. Sería un verdadero suplicio para un europeo recorrer una gran ciudad, toda la jornada, sentado en la grupa flaca y chipotuda de una vieja mula, sin poder siquiera extender las piernas a causa del tamaño de la albarda o de una tosca silla”.
Vendedor de Pollos, de dulces, etc.
“La Ciudad de México está edificada sobre un terreno llano; sus calles son largas y derechas y están bien pavimentadas; muchos carruajes se cruzan en ellas en todas direcciones, pero son vehículos de lujo y no se ve ese movimiento de carruajes pesadamente cargados que colman las calles de Londres y de París. Los buhoneros están en posibilidad de proveer lo necesario para la vida y el comercio; la cantidad de brazos que éste exige aumenta la proporción de la clase trabajadora respecto de la clase acomodada.
Las plazas y las calles ofrecen un movimiento continuo de individuos tostados por el sol, medio desnudos, cargados con los objetos que venden y anunciándolos con gritos penetrantes y variados. Con la cabeza más bien que con la espalda llevan los bultos más pesados. Cada mercancía tiene un recipiente especialmente hecho para contenerla; la lámina 39 (ver imagen) representa a un campesino que transporta pollos en una caja que sólo para esto sirve. La mujer que se ve cerca de él es una vendedora de dulces, porque el consumo de golosinas es muy grande en México”.
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