Texto por Sonia Yáñez/Crónicas de Asfalto
Versa una parte de la oración de San Judas Tadeo, patrón de los casos difíciles: “prometo glorioso San Judas, nuca olvidarme de este gran favor, honrarte siempre como a mi especial y poderoso patrono, y, con agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción”.
Los peregrinos fieles a esta promesa cada año desde la noche del 27 de octubre caminan provenientes de diversas partes de la ciudad y la zona metropolitana con el santo entre sus brazos, en mochilas y morrales especiales. Sobre la Avenida Hidalgo y Reforma desfilan las grandes figuras de San Judas rodeadas de globos y flores, marcando su paso con el sonido de los cohetes que inundan el espacio con un fuerte estruendo, para indicar que el santo patrón ha llegado a su morada, la Iglesia de San Hipólito.
Entre empujones, medallitas, escapularios, rosarios, figuras de resina, y estampitas de este santo, las personas van acomodándose para entrar a la Iglesia y visitar a San Judas Tadeo. Pero no todo termina ahí, en la salida podrán encontrar los músicos que con tambora y la tuba interpretan las mañanitas y otras melodías que animan esta festividad. A su paso los devotos reciben pan de dulce, tamales, café, atole, galletas, chicharrones y dulces que sobre todo se entregan a los niños en bolsas de celofán con un estampita. Éstos alimentos los ofrecen las personas que realizaron una “Manda” –promesa al Santo- en la que deciden compartir un poco de sus ganancias generadas en sus negocios con comida que reparten a los fieles que llegan a este lugar.
Cuando el reloj marca las 00:00 horas del 28 de octubre día de San Judas Tadeo, comienzan los cohetes chifladores y de luz que dibujan de colores el cielo, a partir de ese momento resulta difícil transitar entre las avenidas cercanas a la Iglesia llenas de camiones y peregrinos que cada año llegan para agradecer por el trabajo obtenido, el problema familiar resuelto, la mejoría de una enfermedad, la ayuda al esposo o el hijo en la cárcel, etc. Así transcurre el día, y mientras unos llegan de otros estados de la República caminando, en bici con el San Judas a cuestas o en coche, otros se preparan para regresar a su hogar con la bendición y la firme promesa a San Juditas de regresar el siguiente año.