No soy fan de Bunbury. Nunca he ido a un concierto suyo. Quizás por ello, me resulta muy interesante ver a sus fans corriendo rumbo a los accesos del Domo de Cobre. Una gran expectativa está en los rostros de la gente. Una nube sonora llena todo el recinto: rodeado de los gritos del público Enrique Bunbury –con un traje blanco setentero y unas gafas tipo Morrison– saluda con “La ceremonia de la confusión”, corte que también es el comienzo de su último álbum “Expectativas”.
La puntualidad de Enrique sorprende a varios que, desesperados, corren con sus alimentos, bebidas o, incluso, abrochándose la bragueta. “Ya empezó”, se escucha en diferentes lugares pero con la misma emoción.
El español presume su X roja, en la espalda de su saco. La euforia se desborda. Y Bunbury muestra “La actitud correcta”. El público corea la nueva canción. No, no es el público, es ‘su público’: un ejército que lo sigue, algunos desde hace más de 30 años, corea su canción.
Al terminar, el grito de México cimbra al gran recinto. Ahora sí estamos completos. No cabe ni un alfiler. El astro saluda. El recinto se cimbra aún más. Se ve, se siente, que a Enrique le gusta este país.
Escoltado por los Santos Inocentes, interpreta tres canciones al hilo de su última producción: es la prueba más palpable de que a Bunbury le gustan los albums.
En un escenario sencillo, adornado tan sólo por luces y unas pantallas de video, el zaragozano muestra su categoría: sus músicos están a la altura de su portentosa voz. “El Rescate”, “Tesoro”, “Más alto que nosotros sólo el cielo” son parte del abanico de un repertorio variado. Su legión no se cansa de cantar, de gritar, de apoyar a este hombre que, con maestría, se desplaza por el escenario. Es un buen líder Bunbury: saluda, agradece, se entrega a los presentes.
Enrique, Enrique, le gritan. El aludido se quita el saco y deja al descubierto un chaleco blanco que muestra los tatuajes del cantante. Los piropos vuelan, los chiflidos lo acarician, muchas chicas brincan, emocionadas y avientan sus propuestas. Bunbury recibe todo. Y, de nuevo, escoltado por el poder de los Santos Inocentes, se lanza al final de la presentación.
Vamos a echar la vista muy atrás, dice Enrique. Y se eleva como un ‘Héroe de leyenda’ cuando regresa de su encomienda. Bunbury extiende su micrófono y su legión lo acompaña. Acto seguido, Bunbury le dedica a México “Bandeja de plata”. Sus fans lo escuchan, la gente le agradece el gesto.
Ahora suenan “Mar adentro” y “Maldito duende”… Es cuando los padres y los hijos se encuentran. Los veteranos agradecen el reconocimiento, coreando los himnos de su juventud.
El líder presenta a cada uno de sus compañeros de armas, la legión aplaude. Bunbury anuncia el último tema. El “Maldito Duende” se baja del escenario y se entrelaza con su legión. No inventes, dice la Blas. Es una entrega mutua.
“Muchas gracias, muy buenas noches” dice Bunbury, quien se interna en una cortina de humo. Otra, otra, otra. Hay suplicas, gritos…
El líder, al salir con un sombrero y una bufanda roja, hace que el Coloso de Cobre se cimbre de nuevo. Suenan “De mayor”, “El extranjero”, “Sí” y “Lady Blue”.
Se acerca el fin de la noche de rock. El ídolo le pide a su legión que lo apoye. La legión ilumina, con sus celulares, el domo. El saxofón se eleva en una “Constante” y, cuando calla, anuncia el fin.
No cabe duda, Bunbury tiene una relación especial con México. La Blas, como toda la gente, sale con el rostro radiante.
Hay que decirlo. Enrique Bunbury ha confirmado que es –si no el mejor– sí uno de los mejores vocalistas del rock en español: su potente voz, acompañada de una gran presencia y dominio del escenario, le ha brindado a su legión un extraordinario presente: su entrega.
No soy fan de Bunbury. Pero sí soy fan de un buen concierto… ¡Y éste, lo fue!
Boogie
Cápsula Mutante X #42:“La Constante CDMX”#Bunbury #ExTour17_18by ©️Jose Girl
Posted by BUNBURY on Saturday, February 24, 2018