Con el día de San Valentín a cuestas, INTRSTLRS, organizadores del primer y único festival de post-rock y math-rock de Latinoamérica, diseñaron un evento desafiante de cualquier persona que se jacte de ser a prueba de emociones. El Forever Alone Fest III, se llevó a cabo el sábado 18 de febrero, asumiendo el riesgo de traer a algunos de los mejores exponentes nacionales e internacionales de los géneros antes mencionados. ¿Por qué digo riesgo? Sencillo, es una aventura por sí misma la concepción de una jornada musical curada para y sobre un nicho que todavía no ha sido explorado de manera tan contundente en nuestro país. Y para ello tendríamos que entender, y también tratar de explicar, porqué no es del todo fácil hablar de estos géneros a partir de la base musical y cultural en la que habitamos.
La tradición musical, por lo menos durante el Siglo XX, dictó que para que hubiera una conexión inmediata con el interlocutor o el escucha, el recurso principal sería la letra de una canción. El lenguaje escrito y después interpretado vocalmente sería nuestra introducción con la parte emocionante y así el proceso de identificación con las letras empezaría a partir de temas generales: el amor, el desamor, la tristeza, el enojo, la esperanza, la confusión, póngale usted el nombre del sentimiento que mejor le parezca, y coloque dicho sentimiento bajo el cobijo de las melodías del género de su preferencia. Es ahí donde radica la excepción de los sonidos presentados en el Forever Alone Fest: la mayoría de las composiciones de las bandas que se presentaron el sábado están basadas en la música. Las voces pasan a un segundo plano, si es que las hay. Como una especie de renacimiento – con sus honrosas y grandes excepciones – del movimiento del Romanticismo de principios del Siglo XIX: la música es creada para transmitir sentimientos. Y de la música emana el lenguaje universal para poder capturar la esencia humana, y bastan unos acordes y unas notas para poder distinguir si estamos frente a una canción triste o una canción feliz, una de desesperanza o una de soledad. Ese era el mayor reto del Forever Alone Fest, usar la música como el puente entre los que nos encontrábamos en el Foro Indie Rocks y las bandas que se presentaron durante todo ese día.
Quienes comenzaron con esta travesía fueron Yo Triceratop!, con la combinación del math-rock y el emo dieron al público el sonido ideal para comenzar la jornada de emociones. Cuatro voces – sí, ellos sí cantaban – que se unieron para interpretar temas como Chemtrails, Catalina Creel y Aprendiendo a vivir, entre algunas otras. Energéticos y con la juventud de su lado, los originarios de Oaxaca cumplieron a cabalidad su misión: calentar motores de la montaña rusa que sería el Forever Alone. Y para nuestros lectores menos complacientes diría que quizás dentro de su juventud, se observan ciertos detalles en la ejecución, sobre todo cuando hablamos de la síncopa del math-rock, pero que sin los espacios que se generan en este tipo de festivales no serían posibles de pulir para lograr una sólida presentación en vivo. No puedo esperar a volver a verlos en otro show y reconocer su crecimiento.
Después de un breve descanso, el post-rock se hizo presente con A Shelter In The Desert. Lo que llamó más mi atención de esta banda es que por lo regular en este género se observa con poca frecuencia el piano como un elemento protagónico. La formación de la banda va de dos guitarristas, un bajista, batería y en el centro de la atención los pianos y sintetizadores; de este último uno de los argumentos de los puristas del género es que existe una delgadísima línea entre el post-rock y el ambient y es muy fácil de cruzarla, pero en este caso lo compensan muy bien con las guitarras y los arreglos en crescendo muy típicos del post-rock. Me sentí sumamente sorprendida con lo bien que sonaron a pesar de las fallas técnicas que en algunos momentos atravesaron. Salvo eso, puedo decir que ya se volvieron parte de mi catálogo de bandas recurrentes cuando quiero emocionarme.
El tercero en orden de aparición fue Mylets, proyecto de Henry Kohen, one-man-band que salió un poco del esquema de lo que esperábamos esa tarde. Fue refrescante escuchar que utilizara las guitarras introductorias de Everybody wants to rule the world de Tears for Fears para ambientar una de sus canciones. En sonido es más parecido al math-rock, aunque con la ausencia de la base rítmica evidente que existe en una batería en vivo, pero funciona perfectamente para su presentación. También hay que reconocer el trabajo y las horas de ensayo para utilizar todos esos artilugios para grabar los loops y crear las capas de sus composiciones. En general fue un show divertido; y en su emoción y nerviosismo por estar por primera vez en México, durante la tercera o cuarta canción agradeció al equipo de ingenieros por su trabajo, aunque él mismo no sabía que durante su última canción las fallas técnicas se apoderarían de su concierto.
Joliette: 15 minutos antes de las 5 de la tarde. Suben al escenario. Una cachetada bien puesta para todos aquellos que criticaron su inclusión al lineup del Forever Alone Fest. La verdad es que a ese punto de la tarde se necesitaba que alguien llegara a removernos la cabeza en intensos headbangueos y mosh pits bajo el escenario. Sus presentaciones se han vuelto tan míticas que hubo quienes pagaron boleto solo por verlos a ellos y con justa razón, pues tienen todas las artes de entretener a los incautos entre gritos y tarolazos. Pura energía, puro euro ranch. Me informan que Joliette ya está negociando su inducción a los diccionarios bajo el concepto de “atascados”.
Para continuar con los aires contemplativos For Dummies llegaron al Forever Alone Fest.
Al principio no sabía lo que estaba escuchando que era una combinación del math del que hemos hablando, también del post-rock, pero también pasando por un poco de progresivo y terminando con la influencia que puedo asegurar que tienen del jazz. La calidad de ejecución fue más allá de cualquier expectativa. Mis aplausos son para el baterista y el bajista que llevaron a un buen puerto cada remate y cada golpe de cuerda. Definitivamente una banda a la que se le tiene que seguir la pista y tratar de ver en vivo pues se nota que es el lugar en donde mejor lo pasan.
(Paréntesis) Al terminar For Dummies, el lugar ya estaba prácticamente a su mayor capacidad. Y justo ese momento marcaría un antes y un después para los asistentes, quienes nos encontrábamos dentro de las instalaciones del Foro, pero también para quienes planearon su llegada un poco más tarde. Para los que llegamos desde temprano nos cimbró pues teníamos que medir nuestras escapadas del Foro hacia la explanada a partir de la decisión concienzuda de salir y no ver a la banda que seguiría, o aguantarse las ganas y las necesidades fisiológicas. Para su servidora fue sencillo, me fui con el puro instinto animal pero no tomé en cuenta que para mi regreso y cuando Caspian estaba a punto de tomar el escenario ya no alcanzaría lugar para verlos. Ahí fue realmente donde comenzó la aventura. ¡Ah! Y no menos importante, para quienes llegaron rayando para ver a la banda originaria de Massachusetts, el lugar ya no admitía ni un solo alfiler. La sobreventa de boletos fue una realidad y dejaron a muchos con las ganas y en la literalidad del (forever) alone.
Caspian llegó al escenario y no encontré manera de entrar al área general. Después de un rato me di cuenta que la parte del balcón admitía la visita de todos, y entré. No podría quedarme afuera sin ver a una de las bandas que más esperé. Y después de un rato de estar tratando de sortear cabezas de personas – evidentemente – más altas que yo, encontré un recoveco entre las piernas de las personas delante de mí y pude ver un poco de lo que pasaba. Luego caí en cuenta que no era necesario estar viendo para poder disfrutar lo que pasaba. Es como les decía en los párrafos introductorios, la música se convierte en el lenguaje, y realmente lo que pasa en el escenario es increíble, pero la música por sí sola puede transportarte.
(Fin del paréntesis)
Al puro y duro estilo post-rockero Caspian se plantó en el escenario. Su formación consistía de una batería, dos guitarras y un bajo, y fueron suficientes para llenar el Foro en melodías largas y contundentes. ¿Alguna vez han sentido que una banda logra erizar su piel con cada nota que tocan? Bueno, justo eso logró Caspian. Todo era un momento piel chinita para los asistentes. Desde el más sutil de los sonidos hasta la explosión y el caos; los crescendos estuvieron ahí, se quedaron y paralizaron a la audiencia. Al final de su presentación todos los integrantes se dirigieron hacia la batería y en conjunto se deshicieron en golpes hasta que todo terminara de estallar con Sycamore. Entre las promesas que hizo Philip Jamieson, guitarra principal, es que regresarán a México pues no imaginaron nunca que tuvieran una bienvenida así del público mexicano.
Una de las cosas que se les agradece a quienes curaron el festival y que además se encargaron de definir los horarios de las bandas, fue el dinamismo que el acomodo de las mismas permitieron. Pues después de un momento reflexivo e introspectivo, llegaba la hora de la diversión con el math-rock de Totorro. La agrupación francesa desde su álbum lanzado en 2016 dejó en claro sus ganas de venir a México. Vaya, su disco se titula “Come To Mexico”, no hay nada más obvio que eso. Su gran habilidad fue hacernos pasar un gran momento y de manera impecable. Y se agradece que bandas con tintes tan técnicos no se olviden de pasarla bien y de transmitir eso a su público.
Después llegó TTNG (This Town Needs Guns) también con el math-rock poderoso y energético. No lo sabía, pero tienen un gran fanbase en México. De las primeras cosas de las que me percaté, fue la venta de sus vinilos durante la realización del festival; podría asegurar que vi a más de 30 personas cargando con su disco del 2008: Animals. En general su show fue un gran momento para dejarse ir entre baile y escuchando cómo el recinto coreaba sus canciones. Además, la interacción con el público se prestó a que los ingleses escucharan todas y cada una de las peticiones que desde abajo del escenario sus fans exigían escuchar.
Ya con la noche sobre nuestros hombros y un poco de cansancio acumulado, era momento de regresar al post-rock, con los originarios de Guadalajara: The Polar Dream. Gran acierto también de los organizadores haber alternado a esta banda mexicana para ser una de las cerradoras del festival. Pues se han convertido en un referente directo del género en nuestro país. Y entre melodías emotivas probaron que estuvieron a la altura de las circunstancias, para poder abrirle paso a una de las bandas más esperadas de la jornada: This Will Destroy You.
TWDY llegó al escenario para hacer un soundcheck previo a su show, lo cual desesperó un poco a la audiencia. Y después de algunas palabras de Jeremy Galindo y para no impacientar más al público, ya listos, pidió que se apagaran las luces y de esa manera poder empezar.
El post-rock tiene esa magia que describe procesos a través de arreglos que empiezan desde lo más calmo, se va desarrollando, llega al clímax y lentamente se va apagando como fuego al papel. Si hubiera una manera de describir lo que ocurrió esa noche con los texanos de This Will Destroy You sería eso, y su habilidad por contar una historia sin decir una sola palabra. A veces un arreglo de guitarra basta para entendernos y comunicarnos. La belleza traducida en canciones, la contemplación y la posibilidad de empatizar a través de notas musicales. La noche cerró con Quiet para quedar en silencio después de haberlo sentido todo.
En términos generales diré que fue un evento que se podrá mejorar en los años que le siguen, y que ojalá que no bajen la vara de la calidad de bandas que trajeron para presentarse a México este fin de semana. Ojalá cada día más personas consuman estos géneros para crear un movimiento pensado justo en el nicho que es a nivel global: un nicho que vive, respira y siente todo de manera muy distinta a como se viven los festivales de otro tipo, pero no por eso necesita ser de menor calidad o en condiciones deficientes.
Así fue cómo se vivió el sábado 18 de febrero, en donde la música fue el lenguaje y quienes estábamos ahí salimos entendiendo cada palabra que sin ser dicha nos conmocionó.
Postdata:
No recordaba la última vez que la música me hizo sentir viva; esa clase de emoción en cada nota que provoca que los vellos de los brazos se levantan uno a uno, que las pupilas se dilatan para no perder un sólo momento de lo que está ocurriendo y voltear a ver el cielo y jamás haberlo visto tan bonito como ese día. El sábado la música me hizo sentir viva. Y creo que no fui la única.