Todo surge al pactar una fecha para tocar en El Imperial, pero sin tener una banda en la ciudad para ejecutar las canciones que Santiago Casillas creó mientras estudiaba música en Boston. Un martes 17 de julio del 2012, Matilda Manzana se presentaría en El Imperial y en el flyer aparecía el nombre de Little Jesus, los teloneros de aquella noche. Para salvar aquel show, Santiago le llamó a Juan Manuel Sánchez Rucobo, mejor conocido como Truco y quien se convertiría en el baterista de la banda que Casillas comenzaba a formar. A ella se unió Fernando Bueno –Poni–, Carlos Medina y Arturo Vázquez Vela. Parece un proceso simple, pero todo puede ser así cuando detrás tienes el apoyo de tus amigos para crear música y más tarde definirla como tropipop.
Con menos de 15 canciones en el repertorio que conocíamos tras lanzar en formato físico el disco Norte, lograron llenar un Foro Alicia y un Lunario del Auditorio Nacional; estar en un Vive Latino y viajar a España al Festival Benicàssim; ir a Japón a grabar un video y finalmente ser los teloneros de las dos fechas de los Rolling Stones en el Foro Sol.
Eventualmente, el mayor reto que seguía para Little Jesus era presentar música nueva. Las expectativas sobre el segundo álbum eran altas y el riesgo a fallar era impredecible. Tras cuatro años de sobrevivir solo con las canciones de Norte, las primeras pistas de un nuevo material comenzaron a develarse.
A finales de abril anunciaron su primer concierto en el Plaza Condesa, programado para el 12 de agosto, bajo la premisa de presentar algo llamado Río Salvaje. Para los primeros días de mayo, lanzaron “Mala Onda”, un primer sencillo. A través de plataformas digitales y un video, descubrimos música nueva de la banda. Al fin.
“Mala Onda” entre Norte y Río Salvaje
“Mala Onda” se convirtió en el puente entre lo conocido y lo que estábamos por conocer. Después de la primera escucha se percibe un parecido entre los bonus track de Norte, pero “Mala Onda” tiene mayor fuerza gracias a los efectos en las guitarras de Santiago y Poni, el ritmo que mantiene Truco y Medina y la presencia única de Chimo en el teclado. El video muestra la manera en que cada instrumento entra a lo largo de la canción y por si fuera poco tiene como fondo el Partenón de el “Negro” Durazo, uno de los personajes controversiales de la política nacional en la última mitad del siglo XX.
Esa era una primera señal de que Little Jesus no era los mismos de antes. Invadían propiedad privada (tras su respectivo permiso con las autoridades de la bahía de Zihuatanejo en el estado de Guerrero) y actuaban de manera desfachatada ante el escenario que tenían. Después de ver el video no pasaron tantos días para reflexionar y pensar: “Los Little Jesus están creciendo”. Idea que se reafirma al escuchar Río Salvaje en su totalidad, el cual está disponible en digital y físico desde el pasado 17 de junio.
Un nuevo orden para Río Salvaje
Cuando una banda comparte un álbum, el orden de las canciones viene previamente determinado y solo ellos saben las razones sobre la función que cumple la primera, la cuarta o la última canción. Tras escucharlo más de una vez, esa estructura comienza a ser monótona y existe la posibilidad de dejarlo en aleatorio para tratar de descubrir otras posibles combinaciones entre las canciones.
Al parecer, la única libertad que tienes como escucha es alterar el orden habitual de los temas, descubrir tu combinación favorita y darle otro sentido a la letra y el sonido. Río Salvaje tiene diversas combinaciones posibles y aprovechamos una de ellas para entender lo nuevo.
La primera canción del disco es “Nuevos Amigos”, constante que debe permanecer en ese lugar porque es el momento en que la banda declara oficialmente el inicio de algo, una invitación para el reencuentro y descubrir su nuevo sonido e incluso detectar las influencias que lo inspiraron.
A primera escucha, y a las 2 a.m, la saturación de ese sintetizador inicial asusta, pero todo se tranquiliza con otros efectos y la voz de Casillas al cantar que quiere hacer
nuevos amigos e invitarlos a escuchar canciones que cambiarán su forma de ser. En este nuevo orden seguimos con “Golden Choice”, la balada con alma sesentera de Río Salvaje. No sobresale una voz en específico y al final se acerca a una conversación entre instrumentos, que denotan y continúan con la nostalgia de la letra.
De ese momento de confusión que declara la letra, bien podemos pasar a “Niña Bien”, un flashback a aquellas notas que nos remiten a Norte. “Me gustas por triste y por normal”, frase que cualquiera puede utilizar para declarársele a alguien acompañado de la melancolía detrás del sonido de un teclado que nos lleva al final de la canción.
Otra de las canciones más pop del disco es “Nuevo México” y la que marca la llegada a la mitad de este reacomodo de canciones. “No estás consciente que eres extraterrestre y este planeta no te merece”, una declaración que se puede volver un tanto romántica en el universo planteado por Little Jesus, que termina con una propuesta de hacer cosas ilegales antes del amanecer y un viaje estelar. Viaje que puede comenzar con “Río Salvaje”.
El primer tema instrumental, y el que le da nombre al disco, ayuda como intervalo musical para demostrar que pueden hacer algo más que tropipop y pasar a la parte experimental. “Mala Onda”, el séptimo tema en este nuevo orden, es una canción que en vivo se resuelve con cuatro guitarras y en lapsos no se sabe a qué sonido prestarle atención: la presencia del teclado, las guitarras que rompen con el repetitivo ritmo o la fuerza que recobra la batería casi al final de la canción.
Podríamos seguir con el track que describe el viaje a la luna de un personaje que al final no quiere regresar al punto de partida. “La Luna”, la jugada maestra del disco, parte del ritmo constante de la batería a la que se le unen sintetizadores y panderos. Una cuenta regresiva y la entrada del sonido característico de “Nuevos Amigos” comienzan con el viaje tras pasar los primeros tres minutos. Nos perdemos entre efectos de pedales y regresamos a la realidad gracias a Truco y el sonido que conocimos en la primera parte de la canción. Cuando pensamos que todo acabará, toma otro rumbo, algo más tranquilo entre aplausos y la voz tenue de Santiago. Coros y chasquidos terminan con todo. Así se fueron nueve minutos de nuestras vidas, en uno de los mejores viajes de Río Salvaje.
Solo quedan dos canciones del disco y una de ellas es “Trágame Tierra”, perfecta compañera de “La Luna”. El bajo y batería marcan la velocidad en la que se deben mover nuestros pensamientos. La voz de Santiago por momentos se pierde, además de tener un tinte de oscuridad, lamento y desesperanza. “Quiero dormir y no despertar hasta tenerlo todo y no haberme tenido que esforzar”, dice la letra, y con Río Salvaje los Little Jesus tienen altas posibilidades de obtener más de lo que tienen ahora.
Todo desaparece tras un repetitivo patrón musical, el cual parece un aterrizaje sobre el final. “TQM” lleva la sentencia desde esas tres simples letras. Las guitarras y distorsión toman una pausa con esta casi balada que nos remite a los años 60. Todo se tranquiliza cuando llega la voz de Ximena Sariñana y Elsa Carvajal (Elsa y el Mar), un breve respiro para después alterar todo. Pasa a ser un sonido totalmente distinto y oscuro para repetirse y repetirse y repetirse y parar repentinamente, tras no encontrar un mejor cierre para el disco. Justo como The Beatles aplicó esa técnica final para “I Want You (She’s So Heavy)” del disco Abbey Road.
Con Río Salvaje, Little Jesus demostró que son más que un efecto dominó de trabajo constante. Son capaces de hacer más que tropipop y repetir una fórmula que les funcionó por cuatro años. En 10 canciones, logran hacer frases como “Yo las canciones y tú la magia”, la cual podrá trascender por años, hasta crear sonidos pop y otras más complejos dentro del universo al que nos tenían acostumbrados.
Ese es el orden y sentido que le dimos a Río Salvaje de Little Jesus, ¿Y tú cómo lo interpretas?
Fotos y reseña por: Gisell González G.
@giizz_tv