¿Les ha pasado alguna vez al ver la televisión, que el programa que ven suena normal, y al llegar a los comerciales le tienen que bajar muchísimo porque suena muy fuerte? ¿O que están escuchando un playlist en servicios de streaming, y los comerciales les revientan los oídos?
A todos nos ha pasado al menos una vez y es tan molesto como dañino. Sin embargo, hay medidas que se están tomando al respecto y que pueden cambiar la cara de la música como la conocemos hoy.
El Comité Técnico de la Sociedad de Ingenieros en Audio (AES, por sus siglas en inglés) publicó una serie de recomendaciones para la transmisión de música en radio y servicios de streaming en línea en octubre del año pasado y, con estas, muchas especulaciones sobre qué pueda pasar con la industria de la música y su creación.
Iremos por partes para entender mejor lo que pasa y lo que puede suceder:
Cuando una producción musical (un disco, un EP, una canción) sale al mercado, debe competir con las demás producciones que están sonando, por lo que se recurre a la compresión y maximización de la canción en cuestión. Esto hace que la canción suene más fuerte, y por ende, suene ‘mejor’ que las demás canciones que suenan en la radio. Este recurso es útil, y sin embargo barato, porque sacrifica el espacio que hay entre los puntos más callados y los más ruidosos de la canción, provocando que suene plana y sin chiste.
Este recurso se ha utilizado tanto, que se llegó a la ‘Guerra de la sonoridad’ (o Loudness War), donde se libra una guerra por ver quién suena más fuerte (y más feo). La víctima más sonada de ésta guerra fue Death Magnetic, de Metallica. Un disco tan comprimido, tan ruidoso, que suena pésimo, y se pierde toda la intención que pudo haber tenido la banda para este álbum de 2008.
¿Notan la diferencia entre estas dos?
Al momento de llegar a las estaciones de radio, o a sitios de streaming, todas las canciones que van a sonar se ‘normalizan’: un proceso que iguala el volumen de todas las canciones para que suene uniforme. El problema con la normalización es que se normaliza la amplitud (volumen) máxima de cada elemento que se normaliza, entonces, si una canción está comprimida de más, suena más fuerte que una que no lo esté, porque aunque ambas tengan el pico de mayor amplitud en el mismo nivel, la más comprimida está en general más alta que la que no lo está.
*Descripción gráfica de la compresión: las ondas azules son el audio original, y las rojas son el audio comprimido. Al comprimir, se aumenta el volumen para compensar.
Sin embargo, este recurso no sólo se aplica para las canciones que suenan en el radio, o en servicios como Spotify, Tidal o Apple Music, también es muy usado entre los encargados de hacer comerciales para estos mismos, con la idea de que más fuerte es igual a mayores ventas. Entonces sucede lo comentado al principio: pasas de escuchar una suave canción de Porter, a que te exploten los oídos con un comercial de SEGOB.
Las recomendaciones y el posible futuro:
Las recomendaciones publicadas por la AES, proponen un modelo de transmisión de audio basado en Sonoridad, y no en Amplitud. La diferencia entre estas dos, es que la sonoridad es la percepción que tenemos de lo que es el volumen, mientras que la Amplitud es la cantidad de presión sonora. Al hacerse de esta manera, la normalización de las canciones a transmitir, así como de los comerciales, y de los programas en general, sonarán de manera realmente uniforme, para no tener que ajustar el volumen para escuchar a Luis Pérez, subirle para escuchar a los Fabulosos Cadillacs, y volver a bajarle cuando suena el comercial del IMER.
Además de hacernos la vida más sencilla como audiencia, éstas medidas, de tomarse, pueden cambiar por completo el proceso de producción musical: al normalizarse por sonoridad, y no por amplitud, la masterización terminará por desaparecer, evitando que se comprima en exceso la música y se pueda disfrutar en su mejor estado, con la mayor calidad posible y sin batallar con que unas suenen más fuertes que otras.
Si quieren saber más de estas recomendaciones, o leerlas en su totalidad (en inglés), pueden hacerlo aquí.
Por Daniel Martínez
@daamniel