Fue en una entrevista a mediados de la década de los setenta cuando Tommy Ramone respondió que ellos tocaban “canciones y sets cortos para gente que no tiene mucho tiempo libre”, cuando le preguntaron por qué tocaban tan rápido.
En sus shows acostumbraban a tocar 20 canciones en 17 minutos o 17 canciones en 20 minutos y eso es lo que los volvió una sensación en Queens, Nueva York: “Solíamos sentarnos a escuchar la radio y no nos gustaba lo que sonaba,”—le comento Tommy al escritor Alan Betrock en 1975— “así que decidimos tocar nuestras propias canciones.” Esas respuestas cómicas, ingeniosas y sinceras -incluidas en el libro The Ramones: American Punk Rock Band de Brian J. Bowe- resumen la esencia del punk: si no te gusta, hazlo tú mismo y ve en contra de lo establecido.
En la década de los setenta, el rock se empezó a alejar de los mortales. Cada vez era más común oír solos virtuosos de 5 minutos en una canción junto a lapsos progresivos y experimentales. Parecía imposible formar una banda de rock oyendo tanto virtuosismo. El rock de estadio y el rock progresivo dominaban la escena, pero no todo estaba perdido: el punk llegó para regresarle el rock a la gente. Ya no era necesario tocar solos largos o ritmos intrincados, solo necesitabas saber unos cuantos acordes y cantar sobre cualquier cosa: podías cantar sobre tu perro, tu película favorita, sobre las peleas de tus vecinos, etc., todo era válido. Solo debías divertirte y desafiar las reglas.
El punk fungió como una forma de canalizar la frustación de la juventud. Las letras mostraban el sentir de una generación decepcionada con la sociedad. El futuro se vislumbraba sombrío para muchos jóvenes. Algunos de ellos decidieron desafiar el status quo al formar bandas de punk para desahogarse con música, alcohol y sexo. Es fácil entender por qué muchos adolescentes alrededor del mundo se sintieron identificados con el género a finales de la década de los setenta. Era salvaje, furioso explosivo; las letras hablaban de temas con los que podían sentir empatía y les ayudó a encontrar una identidad y un lugar al cual pertenecer. Para algunos sirvió también como un vehículo de denuncia para crear conciencia sobre los problemas políticos y sociales del país en el que se encontraban.
Para no olvidar el espíritu punk, en Reactor nos dimos a la tarea de seleccionar una lista de canciones cortas para gente ocupada.
Judy is a Punk – The Ramones
What’s My Name – The Clash
https://youtu.be/7YX4EBf93pU
Skulls – Misfits
Wasted – Black Flag
Sacude el Craneo – Garrobos
Minor Threat – Minor Threat
Massacre 68 – Massacre 68
Los Angeles – X
Punks De Mierda – Atoxxxico
Hugo López
@hugoshiro9