Ray Bradbury, uno de los escritores estadounidenses de ciencia ficción más conocidos del mundo, nació en el estado de Illinois el 22 de agosto de 1920 y desde 1934 radicó en la ciudad de Los Ángeles, California. De familia humilde, sin estudios universitarios, se formó de manera autodidacta a través de bibliotecas públicas. Al salir de la escuela secundaria en 1938, trabajó como repartidor de periódicos, actividad que abandonó en 1942. Comenzó a escribir desde niño y en 1938 publicó su primera historia titulada El dilema de Hollerbochen, en Imagination, revista de aficionados, sin embargo solía decir que adquirió la certeza de lo que sería su estilo cuando escribió el relato El Lago, publicado en 1942.
Ray Bradbury
Dedicado a escribir tiempo completo, alcanzó la fama con la publicación de una antología de sus mejores relatos en el libro que se llamó Crónicas marcianas, aparecido en 1950. En sus páginas se relatan los intentos de los terrestres por colonizar el planeta Marte y de paso -consideraron muchos- las angustias y ansiedades de la sociedad norteamericana de aquel tiempo de enfrentarse a una guerra nuclear que lo destruyera todo. Considerado un clásico de la ciencia ficción, Crónicas marcianas recoge no sólo las vicisitudes de conquistar un mundo extraño, también la caída de una civilización, abarcando un período comprendido entre 1999 y 2026.
Adelantado a su tiempo, el tema de Crónicas marcianas no sólo perfiló a Bradbury como un especialista en toda cuestión cosmogónica, sino también como un autor fundamental de la ciencia ficción del siglo XX. Se le abrieron las puertas de prestigiosas revistas, más literarias que científicas, y se ganó el aprecio de todo tipo de lectores. Muy pronto se hizo de una legión de fanáticos que apoyaban su crítica a sociedades y culturas amenazadas por un futuro tecnocratizado. Fue cuando Bradbury comenzó a describirse a sí mismo como “un narrador con propósitos morales” que temía que el destino de la humanidad fuera “recorrer espacios infinitos y padecer sufrimientos agobiantes para concluir vencido”.
En 1951 publicó otra de sus obras torales, El hombre ilustrado, compuesto por varios relatos de naturaleza fantástica, y dos años más tarde, su obra maestra, Fahrenheit 451, título que alude a la temperatura en que los libros empiezan a arder y se considera un clásico de la literatura distópica del siglo XX, equiparable a Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y a 1984, de George Orwell.
Durante toda su vida Bradbury siguió advirtiendo de los peligros y las amenazas de una sociedad ignorante, enteramente automatizada y olvidada de los valores tradicionales de la cultura.
En una entrevista dijo: ¿Y qué se aprende escribiendo? preguntarán ustedes. Primero y principal, uno recuerda que está vivo y que eso es un privilegio, no un derecho. Una vez que nos han dado la vida, tenemos que ganárnosla. La vida nos favorece animándonos y pide recompensas. (…) Segundo, escribir es una forma de supervivencia. Cualquier arte, cualquier trabajo bien hecho lo es, por supuesto.
Bradbury escribió cerca de seiscientos textos entre relatos cortos, novelas, ensayos, obras de teatro, poesía, guiones para películas y series de televisión; se han editado más de cuarenta millones de ejemplares, traducidos a más de veinte idiomas. Destacan Las doradas manzanas del sol, El vino del estío, Remedio para melancólicos, El país de octubre, El árbol de las brujas y El verano de la despedida.
Realizó el guion de la película Moby Dick dirigida por John Huston en 1956, así como los guiones para las series televisivas Alfred Hitchcock presenta…, Cuentos del Futuro y La dimensión desconocida.
Su obra Crónicas marcianas se adaptó para televisión en 1980, y para el cine Fahrenheit 451 dirigida por Francois Truffaut en 1967, El hombre ilustrado dirigida por Jack Smight en 1969, El carnaval de las tinieblas dirigida por Jack Clayton en 1983 y El sonido del trueno dirigida por Peter Hyams en 2005.
Bradbury murió el 5 de junio de 2012 a los 91 años. A petición suya, su lápida funeraria, en el Cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles, California, dice en el epitafio: “Autor de Fahrenheit 451”.
En su honor el Asteroide 9766 se llama “Bradbury”.
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