Por su extensa obra, la profundidad de sus ideas, su erudición y altura intelectual, por poeta, embajador, narrador, dramaturgo y ensayista, Alfonso Reyes ampara e influye a todos los escritores del siglo XX y a muchos de sus pensadores; y también inunda de sabiduría a toda ignorancia que le sale al paso.
Nace el 17 de mayo de 1889 en Monterrey, Nuevo León. Hijo de Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León y muy cercano a Porfirio Díaz; y de Aurelia Ochoa. Sus primeros estudios los realiza en su ciudad natal y el bachillerato en el Liceo Francés de la Ciudad de México.
En 1909 funda junto con los escritores Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Caso, José Vasconcelos y Julio Torri, El Ateneo de la Juventud. A los 21 años de edad, publica su primer libro Cuestiones Estéticas.
A los 23 años obtiene el título profesional de Leyes, es maestro y secretario de la Escuela Nacional de Altos Estudios, actual Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde funda la cátedra de Historia de la Lengua y Literatura Española.
En 1914, tras la muerte de su padre, viaja a España, establece contacto con las figuras literarias más importantes como José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna, posteriormente se incorpora al servicio diplomático; es nombrado segundo secretario de la Legión de México en España, Encargado de negocios en España, Ministro en Francia, Embajador en Argentina y embajador en Brasil hasta 1938.
La obra de Reyes es un universo casi inabarcable, comprometido con su ideal humanista, nada le es ajeno, por lo que escribe teatro, poesía, novela, ensayo, traducciones y sobre los temas más diversos. Autor de más de doscientas obras, entre los que destacan: Visión de Anáhuac, Ifigenia cruel, El deslinde, Letras de la Nueva España, Los trabajos y los días, Junta de sombras y Cartilla moral.